Luego de horas de incertidumbre por el estado de salud de la reina Isabel II, la corona británica confirmó la noticia que tanto temía el país: la monarca más longeva, con 70 años en el trono, falleció a los 96 años.
Un reporte médico que alertaba sobre el empeoramiento de salud de Isabel II convocó a sus herederos en el castillo de Balmoral, en Escocia, uno de los favoritos de Lilibeth, quien siempre sostuvo que jamás abdicaría al trono.
Sin embargo, la llegada de la familia a Balmoral presagiaba lo peor, incluso, se supo que su nieto Enrique, quien vive en Estados Unidos y se encuentra distanciado de la monarquía, ya se encontraba en vuelo hacia Reino Unido para ver a su abuela, quien desde hace meses presentaba problemas de movilidad que la obligaron a portar un bastón y a admitir, en abril pasado, cierto cansancio y debilidad luego de contagiarse de Covid-19.
Carlos, primero en línea de sucesión y su esposa Camila Parker, fueron los primeros en acompañar a la monarca tras un viaje de urgencia en helicóptero; posteriormente arribaron procedentes del mismo mismo vuelo los otros hijos de la líder de la corona: Ana, Andrés y Eduardo, así como el príncipe Guillermo, quienes alcanzaron a despedirla.
Más tarde, la familia real comunicó el deceso de la reina Isabel II, a casi 15 meses del deceso de su esposo, Felipe de Edimburgo. “Murió pacíficamente”, decía el comunicado, y en compañía de sus hijos, noticia que lloraron miles de personas que ya se habían congregado en el castillo escocés, mientras miles más aguardaban en el Palacio de Buckingham, con la esperanza de que la salud de quien heredó el trono en 1952, mejorara.
Sus súbditos confiaban en que así fuera, pues apenas dos días antes, Isabel II recibió en la residencia de verano a la nueva primera ministra, Liz Truss —tercera mujer en ocupar ese cargo y en la premier número 15 bajo el trono de Isabel II—, para hacer el nombramiento oficial.
Sin embargo, desde hace tiempo que la reina había suspendido eventos públicos, incluso después de reunirse con Truss y despedir al exprimer ministro Boris Johnson, la monarca volvió a cancelar algunos actos.
Tras el anuncio de su deceso, Carlos emitió su primer comunicado como rey, al admitir que a más de un año de la muerte de su padre se enfrentaba a otro momento de gran trisreza: “la muerte de mi amada madre, su majestad, es un momento de gran tristeza par mí y todos los miembros de la familia real”.
El comunicado fue difundido por la corona británica, con lo que oficialmente tomó la batuta de la familia como Carlos III.
Sobre el funeral hay algunos visos. Una de las cadenas previstas para hacer el anuncio de “el puente de Londres ha caído” —protocolo creado en los 60 con el plan que se llevaría a cabo tras la muerte de Isabel II— ya se anticipaba a ésta. La BBC cambió su característico color rojo por cintillos informativos en negro y sus presentadores lucían ropa del mismo color, y en punto de las 19:30 horas (tiempo de Europa) notificó al mundo la noticia, acompañada del himno nacional británico God Save the Queen.
El protocolo marca al menos 10 días de luto y aunque se encontraban en Escocia desde hace meses por recomendación médica, no se han anunciado ajustes.
No obstante, se sabe, de acuerdo con los planes secretos establecidos por la monarquía, que en cuestión de días, su ataúd esté en el Palacio de Buckingham y posteriormente a Wetsminster para darle el último adiós, como lo marcan los protocolos. Para ello hay dos escenarios: que el trasladado sea en un tren real, según la “operación Unicornio”, o vía aérea, de acuerdo con el operativo “Sobreestudio”.
Sin embargo, de momento el cuerpo de Isabel II permanecerá al menos dos días en Escocia para que la población de esa región sea la primera en despedirla conforme a los funerales de Estado, Según los primeros reportes, la población tendrá la oportunidad de despedirla en la Catedral de Saint Giles en Edimburgo después de que la familia haga lo propio, durante la llamada Vigila y de los Príncipes.
Aunque las autoridades británicas intenten contener eventos multitudinarios por la pandemia de Covid-19, es un problema que no se acaten del todo los aforos recomendados, pues al ser la monarca más longeva y la más popular, habrá una presencia multitudinaria en calles de la nación y otras regiones que forman parte de la Commonweatlh.
A las afueras de Buckingham la Guardia británica colocó el anuncio oficial en las rejas del inmueble y dispuso la bandera a media asta, anunciando la muerte de Isabel II.
Miles de ciudadanos comenzaron a nutrir con flores y mensajes de apoyo a la familia una ofrenda en honor a la monarca que los gobernó desde la década de los 50, tras asumir muy joven la corona, un hecho que contrasta con la llegada al trono de su hijo, Carlos III, quien llega como líder de la Comunidad de Comonwealth a los 73 años de edad, casi medio siglo más que su madre.
De acuerdo con medios internacionales, pasaba de la medianoche y todavía miles de británicos se encontraban reunidos para rendirle homenaje a Isabel II, quien fue la gran figura de la nación en las más recientes siete décadas y que su muerte pone fin a una era de muchos cambios.
- El dato: Winston Churchill fue su primer ministro y aunque en un inicio admitió dudas en torno a su edad, al poco tiempo reconoció su temple como líder mundial.
El mundo honra al "espíritu de la Gran Bretaña"
El legado de la reina Isabel II alcanzó todas las latitudes y presidentes y líderes mundiales los confirmaron al externar su pesar por la muerte de una figura emblemática, a quien la primera ministra británica, Liz Truss, recordó como el “espíritu de GB” y “la roca sobre la cual se construyó (el país)”.
Los primeros mensajes fueron de solidaridad por su estado de salud, pero la noticia del deceso desencadenó una ola de palabras de apoyo a la familia real, al pueblo británico y a todas aquellas naciones relacionadas con la corona británica por la pérdida irreparable de quien los gobernó por las últimas siete décadas.
Truss, quien esta misma semana asumió el cargo, resaltó que la reina dejó su selló en GB y en el mundo como la artífice de una era de modernidad; mientras que Boris Johnson, quien abandonó el gobierno esta semana, resaltó su legado en el “día más triste de nuestro país”.
Mientras que otros líderes de la región destacaron acciones que impulsó en el país, pues cumplió la promesa que hizo al llegar al trono de servir al pueblo hasta el último día.
Mandatarios de Estados Unidos, México, Canadá, Francia y decenas de países, entre ellas las que integran la Commonwealth reconocieron su liderazgo mundial de quien reconstruyó una nación después de la Segunda Guerra Mundial (SGM).
Para Joe Biden, de EU, Isabel II fue quien “definió una era”, luego de externar el pésame junto a su esposa, Jill, dijo que será recordada como una mujer de Estado firme y artífice de muchos cambios, resaltando la relación entre sus gobiernos.
Mientras que en México el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su canciller Marcelo Ebrard extendieron sus condolencias a la corona y a la población británicas al aplaudir el legado de la monarca más longeva.
En Europa, por la cercanía y, pese a las diferencias por el rompimiento con la Unión Europea (UE), decenas de mandatarios reconocieron su liderazgo, ejemplo de ello fue el papa Francisco quien resaltó que merece todo el reconocimiento por su servicio incansable.
Desde guerras y hasta una pandemia, la historia de Lilibeth
El símbolo de la estabilidad británica llegó a la Corona en medio de la recuperación de una guerra y tras la abdicación al trono de su tío Eduardo VIII para convertirse en la monarca más popular, en una serie de momentos para la posteridad.
Fue a los 10 años, poco antes de la Segunda Guerra Mundial (SGM), que la decisión del hermano de su padre alteró la línea de sucesión al preferir un matrimonio con una extranjera y divorciada, dos veces.
Así, el heredero destinado declinó y abrió la puerta al rey Jorge VI, quien al morir dejó la Corona vacante a una joven Isabel de sólo 25 años a cargo de una de las naciones que se convertiría en potencia de su mano hasta el último día como lo prometió, pues al suceder a su padre aseveró en una transmisión nacional que “toda mi vida, sea larga o corta, estaré dedicada a su servicio”, con la única experiencia en la monarquía de dar mantenimiento a vehículos oficiales tras unirse al Servicio Territorial, pues ella misma admitió que no recibió ninguna lección, más que la de ver a su padre, quien murió muy joven antes de su ascenso en la Abadía de Westminster en los 50, según declaraciones que dio a la BBC en un documental casi a la mitad de lo que fue su reinado.
En sus primeros años, cuestionada por su juventud, pues el entonces primer ministro Winston Churchil advirtió que era “sólo una niña”, la monarca ya casada y con dos hijos (Carlos y Ana) enfrentó momentos desafiantes al perder un imperio y rescatar a la nación de un conflicto mundial, pero no fue el único, lo que le ganó el respeto de quienes llegaron a dudar de ella.
Entre ellos destaca el propio Churchil —quien estuvo dos periodos con su padre y la acompañó tres años desde el gobierno—, quien se convirtió en uno de sus más fieles admiradores al conocerla no sólo como figura política, sino como hija, madre y esposa, debido a la cercanía con la familia real, proceso en el que fue fundamental Felpe de Edimburgo, quien estuvo con ella 73 años hasta su muerte en 2021.
Así, Churchil fue testigo de las hazañas de la reina y reconoció su liderazgo y legado, mismo que consolidó durante siete décadas, pues logró dar cohesión al país y mantener alineada a la monarquía, misma a la que impuso cambios, tras algunos periodos desafiantes.
En siete décadas de mandato hay un largo historial de episodios históricos y conflictos como la Guerra Fría y la de las Malvinas, hecho por el que Argentina sigue reclamando esa zona como suya. También desde su trono fue testigo de diferencias en la región con la todavía Unión Soviética y vio pasar a un sinnúmero de mandatarios, pues tan sólo en Estados Unidos desde su gestión hubo 14 jefes de Estado, de los que uno fue asesinado.
A nivel nacional enfrentó un proceso convulso por el Brexit que provocó la separación de la Unión Europea (UE) que se sigue construyendo, una década después de ser uno de los fundadores de esta alianza regional y que hoy lucha por defender a un aliado, en referencia a la guerra de Rusia contra Ucrania. En temas internos, la reina pasó de los reflectores a un encierro total por la pandemia de Covid-19, que obligó a imponer severos confinamientos en el país por tiempo prolongado, debido al desconocimiento del SARS-CoV-2. Durante este periodo las actividades de la Casa Real se redujeron a lo mínimo y la reina junto a su familia vivieron alejadas de las portadas de revistas que históricamente habían acaparado por sus logros o escándalos; en la lucha contra el virus la mandatario también fue alcanzada al contagiarse y verse obligada a reducir su contacto social, luego de dar un discurso de apoyo a ciudadanos y trabajadores del sector salud.
Pese a varios años turbulentos, la reina catalogó uno como el “horrible” por una serie de escándalos relacionados con el estilo y derroche económico de los integrantes de la familia. Al final 1992 fue el año de los divorcios, pues tres de sus cuatro hijos pusieron fin a sus matrimonios, incluyendo el polémico de Carlos y Diana, y el de Andrés de Sarah Ferguson, envuelta en polémicas de deudas, quien finalmente se alejó de la familia.
Periodo de ajetreo que se repetiría casi una década después, pues en el año que celebraba su Jubileo de Oro (50 años de trono) perdió a su madre y a su hermana Margarita, quien igual que Carlos esperó años pensando que heredaría el trono.
Casi otra década después falleció su esposo Felipe de Edimburgo, quien ya no la pudo acompañar al Jubileo de Platino, sin más celebraciones tras la sorpresiva muerte que activó la Operación London Bridge.
Dicho protocolo pone marcha un largo periodo de luto por unos 10 días hasta su funeral; no obstante, tras el deceso sigue la incógnita de cómo se realizará su último adiós, pero se adelantó que su cuerpo permanecerá unos días en Escocia, será trasladado a la Catedral de Saint Giles para un servicio privado que después se abrirá por 24 horas para que el público la despida, periodo en el que se alistará la coronación de su hijo.
Un reinado que sobrevivió a múltiples escándalos
En siete décadas la reina Isabel II enfrentó momentos álgidos que sorteó por su serenidad y firmeza.
Entre éstos destacan acusaciones de racismo, divorcios, el polémico matrimonio de su primogénito con Camila Parker y la muerte de la princesa Diana, el que más reflectores atrajo, por el cariño hacia la princesa, y que la obligó a actuar fuera de protocolo en 1997.
Pese a las críticas y acusaciones tras la muerte de Lady Di, la monarca no se pronunció sobre el tema, generando el repudio de la sociedad mientras vacacionaba en Escocia.
Días después, tras la presión social y una advertencia del entonces primer ministro Tony Blair, Isabel II transmitió un mensaje al pueblo y externó su luto al honrarla con las banderas a media asta en Buckingham, lo más cercano a un funeral de Estado para la madre de los príncipes Guillermo y Enrique.
Ese polémico hecho es visto como el día en que la reina salvó a la Corona británica, pues el enojo desatado por su indiferencia provocó que la mayoría de la población exigiera su renuncia al trono, debido al carisma de Lady Di. Al respecto, se reveló que Blair fue el artífice de ese gesto, pues aseveró en una conversación telefónica que sus actos habían “dañado la monarquía”, más que cualquier otro incidente.
Por ello toda, la polémica que envolvió a la Corona desde el divorcio de Diana y Carlos hasta el accidente en el que falleció la “princesa de corazones” y posteriores investigaciones es recordado como uno de los más difíciles, pero ella supo “adaptarse a los tiempos, cambiar, aceptar la crítica y reforma la monarquía y hacerla más responsable”, precisó el académico Daniel Muñoz a La Razón, al resaltar su fortaleza, clave que la llevó de una época ultraconservadora a una más liberal.
Mientras que la docente Ana Luisa Trujillo resaltó su templanza, que dejó sello en la casa real, con un aprendizaje en el manejo de crisis, como vigilante del comportamiento de los integrantes de la familia real.
Y puso como ejemplo la situación de Andrés, quien este año aceptó un trato para evitar la cárcel por de agresión sexual. La reina evitó las críticas y cortó de tajo lazos de su hijo con la corona al arrebatarle sus títulos por una polémica que lo vinculó con el pedófilo Jeffrey Epstein.
Por esos hechos, el duque de York no fue invitado al jubileo de la reina y seguramente en los funerales no estará entre los reflectores de la familia, como Carlos y Guillermo.
Y destaca que antes de este escándalo vivió otro por el divorcio de Sarah Ferguson, quien fue captada por la prensa sensacionalista en situaciones comprometedoras con su asesor y a quien la corona le quitó fondos, por una deuda millonaria.
En el tema de los divorcios ése no fue el único, pues el primero fue el de Margarita luego de un cuestionado matrimonio, que el Consejo de Ministros rechazaba; esa negativa no impidió que su hermana “rebelde” se casara con un hombre divorciado y mayor, hecho que ocurrió en los 60, pero que terminó con un divorcio que finalmente abrió el camino para más separaciones.
En los últimos años la monarquía reaccionó brevemente a las acusaciones de actos de discriminación racial, por la acusación de Meghan Markle, esposa de Enrique y también divrociada, por especulaciones en torno al tono de piel de Archie. En una entrevista con Oprah Winfrey la pareja hizo pública la polémica racial por dichos antes de que naciera el bebé, debido a que la madre de Meghan es de raza negra, lo que avivó las críticas contra un sistema que nuevas generaciones ven obsoleto.
Carlos lll asume la corona y el reto de mantener la unidad
El rey Carlos III, hijo mayor de la reina Isabel II, asume las riendas de Gran Bretaña con el mayor desafío: ser el líder de una nueva era al reemplazar a su madre, la monarca más popular, quien prácticamente construyó la modernidad del país y es uno de los grandes personajes de la historia del siglo XX.
Luego de una larga espera por la longevidad de su madre, el hasta ayer príncipe de Gales y primogénito tendría un reinado de transición debido a su avanzada edad, de acuerdo con los internacionalistas Daniel Muñoz y Ana Luisa Trujillo, quienes recordaron que llega al trono con 73 años, casi el triple de la edad con la que Isabel II suplió a su padre, el rey Jorge VI.
Para Muñoz sus objetivos son mantener la unidad de la nación en medio de una crisis global, así como la fortaleza y el poder de adaptación que caracterizó a su madre, en medio de una transición de gobierno, pues esta misma semana el país eligió a su nueva ministra, la número 15, bajo el mando de Isabel II.
Agregó que el heredero legítimo goza de respaldo de un gran sector de la población, aunque no necesariamente de popularidad, y que éste se fortalecerá o disminuirá dependiendo de su protagonismo y su firmeza en torno a “lo que su madre hizo durante siete décadas”.
Mientras que Trujillo adelantó que el país viviría una transición conjunta por la coincidencia de que la nación tiene un nuevo rey y una nueva premier, proceso en el que Carlos y Liz Truss, respectivamente, construirán y aprenderán juntos para conducir a la región casi de la misma manera en que lo hizo durante décadas la monarca más longeva, quien falleció ayer luego de varios problemas de salud.
Apuntó que el deceso pega directamente al ánimo de los británicos en medio de una crisis que provoca un momento delicado para la sociedad británica, pues ayer comenzaron a despedir a un “símbolo de unidad”, a quien representaba “lo británico”, por su templanza y liderazgo por largos años.
Los analistas consultados por La Razón coincidieron en que Carlos tendrá un trono muy corto, de la mano de la reina consorte Camila Parker, pues podría ser uno de los más breves, lo que recuerda al de Eduardo VII quien estuvo sólo nueve años en la corona británica tras la muertes de la monarca Victoria, quien tenía una edad similar a la de la reina Isabel.
En esta transición, Muñoz adelantó que con el cambio Carlos podría despertar más críticas entre lo que representa la monarquía para las nuevas generaciones.
Y apuntó que adquiriría relevancia, pero “quien va a tener mayor protagonismo va a ser la figura de Guillermo y (su esposa) Catalina, como príncipes de Gales. Van a ser verdaderamente los protagonistas de la corona en el siglo XXI”, mientras que Enrique, por el distanciamiento tendrá un papel más relegado, a menos de que Carlos intente atraerlo nuevamente al núcleo familiar.
Al respecto, Trujillo dijo que todo apunta a que los grandes cambios no llegarán en su etapa, sino con “su hijo Guillermo”, pues la lógica dice que es más joven y tiene “un pulso más sólido en cuanto a cómo leer el mundo actualmente”.
La profesora Trujillo resaltó que incluso en sus últimos días en el poder, la reina Isabel dio muestra de apertura al dar la anuencia a Camila, la segunda esposa de su hijo Carlos, de ser reina consorte, hecho que se vio desde el jubileo y que se notó en el primer evento en el que Carlos reemplazó a su madre en vida al dar un mensaje en el inicio.
Incluso, dijo que eso se verá si le impacta o la afecta durante los primeros meses pues la reina le dio algunas tareas en labores filantrópicas y podría adquirir un papel relevante, pero que de momento no parece generar diferencias en su labor de transitar en orden, tradición y renovación.
Simbolo de la cultura pop, el cine y la tv
En los más de 70 años que la reina Isabel II estuvo al frente de la monarquía británica se convirtió en una figura clave a nivel internacional al punto de convertirse en un símbolo de la cultura pop, el cine, la tv, e incluso, el arte y la música.
Cineastas, documentalistas, músicos y artistas fascinados por lo que representaba la monarca —una mujer líder, que guardaba las formas y que vivió momentos cruciales de la historia— decidieron llevar su figura a películas, canciones y obras de arte, algunos desde posturas críticas hacia la reina.
El cine y la televisión han sido de las expresiones que más han profundizado en la historia, vida y figura de Isabel II. En la actualidad una de las series más importantes es The Crown, de Peter Morgan, la cual narra distintas etapas en la vida de la monarca, desde su juventud hasta sus últimos años. Ha ganado 21 premios Emmy, entre muchos otros más.
La producción, que es una de las más exitosas de Netflix y ha fascinado a interesados en la historia y secretos de la familia real británica, no fue muy bien vista en el Palacio de Buckingham, al punto que el príncipe Felipe de Edimburgo y el secretario de cultura británico, Oliver Dowden, pidieron que se colocara un aviso para aclarar que se trata de una ficción. La serie estrena su quinta temporada en noviembre próximo y los fans están expectantes.
En el séptimo arte son clásicas las cintas El discurso del rey, ganadora del Oscar, que muestra a una reina Isabel II en su infancia, en una época en que su padre lucha por superar su tartamudez; La reina, que muestra la manera en que la monarca se enfrenta a la ira de sus súbditos después de la muerte de su nuera, la princesa Diana; y Un escape real, en la que Sarah Gadon interpreta a Isabel II cuando decide huir del Palacio de Buckingham junto a su hermana, la princesa Margarita, para celebrar la victoria ante Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
En la música, la reina quedó inmortalizada en los temas “God Save The Queen”, de Sex Pistols, y una canción contra la monarquía. En la portada del single aparecía el rostro de la reina, en sus ojos y boca aparecían los nombres del grupo y del tema, convirtiéndose en una de las imágenes más conocidas del movimiento punk.
Otra canción es “Her Majesty”, de The Beatles, que la menciona como una “chica muy agradable, aunque no tiene mucho que decir”. Además de “The Man Comes Around”, de Johnny Cash, que el cantante compuso a partir de un sueño que tuvo de la monarca; y “Elizabeth My Dear”, de The Stone Roses.
En el mundo del arte es recordada la serie que hizo el ícono del pop art, Andy Warhol, quien para la clásica lámina policromática tomó como base la fotografía de Peter Grugeon, de 1977. La fama que tenía la monarca fue algo que cautivó a Warhol, quien llegó a decir que quería ser tan famoso como ella. En esta época de influencers, ¿quién no quisiera ser Isabel II?
Los corgi de la reina. La fallecida monarca también fue conocida por su amor a los perros, especialmente con los de esta raza. En 1933, el rey Jorge VI regaló a sus hijas Isabel y Margarita uno de estos especímenes, lo que detonó el cariño y fanatismo de la primogénita.
Desde pequeña, la entonces princesa Isabel había deseado tener su propia mascota. Pero fue hasta los 18 años de edad cuando tuvo su primera perrita, una cachorrita a la que nombró Susan. El vínculo que creó con el animal fue tal que incluso se la llevó a su luna de miel cuando se casó con el duque de Edimburgo en 1947.
Desde entonces, la reina tuvo más de 30 canes, no sólo corgis, sino también uno cruza de salchicha con corgi y un cocker, quienes convivieron con ella en distintas etapas durante casi 90 años.
En los últimos años, Isabel II llegó a tener hasta ocho perros de esta especie al mismo tiempo. No obstante, a principios del 2015, la reina renunció a criar más por miedo a tropezarse, ya que son muy inquietos y se temía que pudieran provocarle un tropezón o caída.
El interés de Isabel II por los corgi dio pie a la película animada Corgi, las mascotas de la reina, en la que Rex es el corgi más querido por la monarca británica y vive una vida de lujo en el Palacio de Buckingham; sin embargo, luego de causar un accidente diplomático es orillado a vivir en las calles de Londres, por lo que experimenta un épico viaje para volver al lado de la reina.
Asimismo, los perros de la monarca fueron uno de los temas en el libro Pets by royal appointment (Mascotas por designación real), del cronista real Brian Hoey. En él se describía como los corgis que habitaban en el Palacio de Buckingham eran alimentados a base de solomillo de ternera y pechuga de pollo cocinados por un chef y servidos por un camarero real. Una vez entregado el plato, las mascotas no comían hasta que la propia Isabel II añadía salsa al alimento.
Otra de las curiosidades es que la monarca siempre cargaba consigo un pequeño imán, para levantar del piso de sus habitaciones cualquier aguja o alfiler que se hubiera caído cuando le probaban la ropa y no lastimar sus queridos compañeros.