Muchos se rehúsan a evitar festejos

Navidad 2020 y la amenaza de superpropagación global que viene

Alerta por Covid-19 exige una celebración reservada; ignorar medidas puede desencadenar una crisis aún mayor

Navidad 2020. Parejas y familias se congregan junto a las decoraciones monumentales en vísperas de Nochebuena, en Milán, Italia.
Navidad 2020. Parejas y familias se congregan junto a las decoraciones monumentales en vísperas de Nochebuena, en Milán, Italia. Foto: Reuters

Navidad, una de las celebraciones más esperadas del año, se topa este 2020 con un mundo acechado por la pandemia del Covid-19, una que se vuelve más peligrosa cuando las personas se reúnen o celebran en grande. ¿Seremos capaces de pasar estas fiestas distanciados de nuestros amigos? ¿Sin abrazos? ¿Podremos dejar de lado esas tradiciones que, en un contexto de crisis sanitaria, podrían incluso matarnos?

El llamado de las autoridades en todo el mundo es claro: “¡Quédate en casa!” y no hay tregua para la Navidad. Hasta ahora, es la mejor manera conocida de evitar ser uno de los casi 76 millones de infectados por el Covid-19, o peor aún, uno de los 1.67 millones que no libran la enfermedad y mueren.

Si no lo crees, hay bastante evidencia. Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en febrero pasado, reveló que el virus se propagó como una plaga dentro de los hogares en China. En ese país, hasta 85 por ciento de la infección surgió en el seno de las familias.

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Medidas para salvar la Navidad
Medidas para salvar la Navidad ı Foto: Armando S. Armenta/La Razón

Frente a estos datos, conviene reflexionar si un evento de cena navideña o un brindis de Año Nuevo, en compañía de todos tus amigos, puede convertirse en un evento de “superpropagación”.

“Ya estamos en un alto nivel de propagación comunitaria y estamos a punto de ver a mucha gente viajando y reuniéndose en el interior”, dice Julia Marcus, epidemióloga de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de Harvard, en un estudio publicado por la revista Nature. "Es difícil ver de alguna manera que esto vaya a salir bien”.

Hace un año, en el inicio de la pandemia en China, 5 millones de personas abandonaron Wuhan, ciudad donde se originó el SARS-CoV-2, en vísperas, precisamente, del Año Nuevo Lunar. Esta fiesta, que trae consigo una de las migraciones masivas más grandes del mundo, no sólo provocó que el virus viajara por todo China, también lo hizo llegar al resto de Asia, Europa y las Américas.

Ya estamos en un alto nivel de propagación comunitaria y estamos a punto de ver a mucha gente viajando y reuniéndose en el interior (…) Es difícil ver de alguna manera que esto vaya a salir bien
Julia Marcus / Epidemióloga de Harvard

El primer brote de COVID-19 en Reino Unido se registró luego de que miles de personas regresaron de las estaciones de esquí del norte de Italia y lugares turísticos de España, tras una semana de vacaciones escolares en febrero pasado; esos dos países resultaron ser los puntos más críticos del contagio en el Viejo Continente.

¿ENTONCES, LA NAVIDAD ESTÁ PERDIDA?

No. Aún es posible celebrar las fiestas decembrinas sin estar al mismo tiempo en zona de riesgo. Un tercer estudio de la OMS sugiere que limitar las reuniones a 10 personas o menos puede reducir la tasa de transmisión del Covid-19.

En Francia, Alemania y España, por ejemplo, los gobiernos sugirieron a sus habitantes una máxima de seis personas por mesa, durante la Nochebuena y el fin de año.

En París, la capital francesa, tras vivir un primer pico de contagios el verano pasado y un segundo hace pocas semanas, la lección quedó aprendida: “será complicado, pero por las restricciones sólo podemos ser de cuatro a seis, debemos reducir el número de personas en la mesa, cambiará mucho la forma en que celebramos”, consideró la farmacéutica Catherine Benchetrit en entrevista para La Razón.

Países europeos aplican medidas para contener nuevo brotes.
Países europeos aplican medidas para contener nuevo brotes. ı Foto: Armando S. Armenta/La Razón

La sugerencia del presidente de la Comisión Médica de Hospitales Públicos de París, Rémi Salomón, posiblemente se tome en cuenta: cenar juntos, pero "en habitaciones separadas. Podemos comer con los abuelos en Navidad, pero ellos en la cocina y nosotros en el comedor”.

Aunque las tradiciones pueden variar de una familia a otra, lo normal es que la gente se reúna en casa el 24 de diciembre, para celebrar la Réveillon de Noël —como llaman los franceses a la cena de Nochebuena— y degustar los platillos típicos, ya sea salmón ahumado o el tradicional Bûche de Noël (una especie de tarta). Esto puede no cambiar, pero lo que sí será seguro es que una Navidad así será histórica para Francia y el mundo.

Hay una repercusión a nivel familiar, hay toque de queda, no podemos desplazarnos como quisiéramos, es muy complicado
Catherine Benchetrit / Farmacéutica

VIRALES FIESTAS

A más de un año del primer caso de Covid-19 en el planeta, la pandemia no cesa, y la luz al final del túnel, a pesar de la esperanzadora distribución de vacunas, aún se ve lejana. Así lo ve Laura García, residente de Moreno Valley, en California, quien piensa que la crisis sanitaria, “ahora sí”, ya está fuera de control.

“En verano, cuando todo empezó, no se sentía mucho, pero ahora, en vísperas de Navidad, ya es increíble, hay contagios por todos lados y la gente se siente vulnerable, algunos no van al hospital porque piensan que ya no van a salir”, contó a La Razón.

En los últimos meses, cada vez hay menos espacio para los enfermos en hospitales públicos, la demanda aumenta y el personal no se da abasto.

En Los Ángeles, la pandemia ha pegado más fuerte; en Linwood, California, el hospital San Francis atendía a enfermos de Covid y estaba muy tranquilo, ahora ya no hay camas. Están colapsados
Laura García / Residente de Moreno Valley, en California

A pesar de la emergencia, en Estados Unidos, el país más afectado con más de 17.4 millones de casos, las personas ya no temen al virus. Tiendas abarrotadas por el Black Friday, manifestaciones y eventos políticos en los que se ve a la mayoría sin cubrebocas y poca distancia entre ellos son imágenes recurrentes que dan cuenta de las prioridades del estadounidense promedio.

Semanas atrás, el país vivía un creciente desplazamiento de personas que visitaban a sus familiares por el Día de Acción de Gracias. Las estimaciones más pesimistas hablan de una movilización de 22 por ciento de la población, ¡más de 70 millones!

“No hay lógica en esta situación, no nos sensibilizamos por los demás, pensamos sólo en nosotros, en nuestra necesidades… no creo que esta Navidad sea diferente, la gente saldrá, irá de compras y dará regalos a los niños”, predijo Laura, quien se dedica por completo al cuidado de sus hijos en este condado de California.

Aglomeraciones en Estados Unidos.
Aglomeraciones en Estados Unidos. ı Foto: Reuters

Dos semanas después del Día de Acción de Gracias, el número de contagios diarios en Estados Unidos pasó de 160 mil a más de 200 mil, y los fallecidos al día se cuentan por encima de los 3 mil. La gente no hizo caso y, aunado al tránsito a gran escala de viajeros, las proyecciones normales de mortalidad y contagios quedaron rebasadas.

Y es que, en opinión de Laura, una mexicana que llegó a esta ciudad hace casi dos décadas, aún con la situación desbordada, la pandemia del Covid-19 no impactará demasiado en la forma en que celebran los estadounidenses.

No serán diferentes, no creo que la gente se deje de reunir, más que nada por los niños, a la gente le gusta viajar, salir y, aunque algunos no tengan seguro médico, ni en eso piensan
Laura García / Residente de Moreno Valley, en California

ALGUNOS PREFIEREN ARRIESGARSE

En Latinoamérica, donde los muertos de Covid-19 ya son más de 360 mil, prácticamente todas las familias tienen ya una historia con el virus. Sebastián Cárdenas, consultor político, es uno de ellos, uno de los más de 200 mil ecuatorianos que lucharon contra la enfermedad.

“Experimentas muchas cosas, te sientes abandonado, eres tú contra el virus, las autoridades te dejan en abandono total, te dicen: has lo que puedas, lo que consideres, no hay un llamado para guardarte”, dijo.

El llamado a quedarse en casa y evitar las reuniones poco ha funcionado en un país donde la aprobación del gobierno es de 5 por ciento. “Ante un anuncio del gobierno, la gente cree nada o casi nada de lo que se dice”.

La forma de celebrar cambia en el mundo.
La forma de celebrar cambia en el mundo. ı Foto: Reuters

Y a pesar de que organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) urgen a que la población no relaje por ningún motivo las medidas de protección sanitaria durante esta temporada de fiestas, en Quito, una ciudad de más de 1.6 millones de habitantes, congregarse con la familia es una manera de volver a la normalidad a pesar del riesgo que implica. “Es un escape para este año terrible”, comenta Sebastián.

Sin embargo, las 12 campanadas sí se vivirán diferente, pues repicarán en las plazas vacías de América Latina. Los grandes monumentos, lugares donde multitudes se reunían a darle la bienvenida al nuevo año, estarán resguardados por autoridades para evitar aglomeraciones.

El Obelisco de Buenos Aires, el Cristo Redentor de Río de Janeiro o el Ángel de la Independencia en CDMX no podrán ser testigos de los gritos y abrazos colectivos.

Año Nuevo en la Vieja Normalidad.
Año Nuevo en la Vieja Normalidad. ı Foto: La Razón

Las típicas posadas, fiestas representativas que se celebran por nueve días, se limitarán. “Antes de la Navidad pedimos posada en varias casas, ahora éstas se tendrán que hacer por Zoom”.

Sebastián recuerda que el Año Viejo es uno de los rituales típicos en Ecuador, un muñeco o monigote que representa las cosas negativas que se desea dejar en el pasado.

En Ecuador acostumbran quemar figuras para despedir el año.
En Ecuador acostumbran quemar figuras para despedir el año. ı Foto: Especial

Tradicionalmente, las familias ecuatorianas forman un muñeco con ropa vieja y lo rellenan con aserrín o papel periódico. La figura se quema, como una señal de lo que se quiere dejar atrás.

“Los hacemos sobre algún momento particular o sobre alguna figura política y a la una de la madrugada se quema, es un símbolo de empezar el Año Nuevo, estos monigotes los hacen en calles y avenidas enteras; eso también se prohibió, una costumbre única, pero así tiene que ser”, dijo Sebastián.

En Japón, aunque la mayoría de las personas no son cristianas ni creen en la Navidad, ésta, como otras tradiciones extranjeras, ha sido japonizada, es decir, adaptada para ser parte de las costumbres en las grandes ciudades, donde se come pollo frito, muy al estilo estadounidense, o viajan en compañía de toda la familia. Las calles y restaurantes se llenan de parejas dispuestas a celebrar.

Por eso y porque los contagios en ese país experimentan una tendencia al alza, el gobierno nipón hizo un llamado para que las personas no salgan este año, a pesar de esto, contó a La Razón Yukihiro Eto, un ingeniero que reside en Yokohama, los jóvenes no dejan de salir.

El número de contagios está aumentando, pero los jóvenes salen de casa a pesar de esta situación, a pesar del llamado del gobierno, esto está a punto de ser una tragedia
Yukihiro Eto / Ingeniero japonés

¿UNA VACUNA BAJO EL ÁRBOL?

El camino aún es largo, pero una luz de esperanza se vislumbra con la reciente distribución de vacunas en algunos países del mundo. Estados Unidos, México, Canadá, Brasil, Ecuador, Reino Unido… todos tienen una promesa de cura para el próximo año.

Sin embargo, ni siquiera vacunados, hay garantía aún de que la enfermedad esté controlada por entero.

Para Yukihiro, quien sabe que en Japón las dosis comenzarán a distribuirse entre marzo y abril, “hasta entonces no tenemos otro remedio que cuidarnos y preocuparnos por pasar esta temporada de invierno aislados, porque el virus se está haciendo más fuerte”.

¿QUÉ APRENDIZAJE TE DEJA 2020?

Para Laura García, de California, “si después de tantos muertos… no hemos aprendido a cuidarnos, nada se aprendió. Nuestra prioridad siguen siendo la compras de Navidad…”

Pero Sebastián cree que la lección en Ecuador tiene que asimilarse con cuidado. “Lo más importante es darnos cuenta que el mundo funciona de una manera, nos damos cuenta que hace falta la acción colectiva. Tenemos que valorar un poco más lo que tenemos porque se acercan problemas y retos para toda la humanidad, tal vez más pandemias”.

Ante un virus que llegó hace más de un año y que ahora parece robarse la Navidad… Catherine opina: “a pesar de todo, me siento optimista con el año que viene, creo que las cosas irán mejorando, la mentalidad cambiará y ayudará; sólo espero que las personas sean más inteligentes”.

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