Ante el récord de 12 meses consecutivos de máximos en temperaturas cálidas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidió no ignorar los llamados del planeta en un renovado reclamo por el cambio climático.
Desde el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, el líder del organismo, António Guterres, advirtió en un fuerte discurso que el escenario actual muestra que “somos el meteorito” que acabó con los dinosaurios, al comparar el impacto humano con el peligro por la emisión de gases de efecto invernadero y la negativa a reemplazar los combustibles fósiles por energías renovables.
Y es que de acuerdo con expertos, contrario a las apuestas, el último año las emisiones aumentaron; aunque el alza fue de apenas uno por ciento, es un duro revés, pues la meta era reducir nueve por ciento al año por la Agenda 2030, lo que evidencia el nulo avance contra la crisis.
Por ello, usó el Día Internacional del Medio Ambiente para instar al mundo a adoptar medidas urgentes para atenuar el calentamiento global y dejar atrás el juego “de ruleta rusa”, al enfatizar que como responsables del momento histórico nos convertimos en el mayor peligro en una lucha por la sobrevivencia.
Guterres abundó que es posible cambiar al tener el volante en nuestras manos para salir del abismo sin precedentes, pero ello sólo se logrará con un mayor compromiso, pues los próximos 18 meses son claves, plazo en el que deben cumplir ajustes que no se han hecho en años, pese a acuerdos globales.
Para ello, el líder de las Naciones Unidas apuntó que se requiere de la acción conjunta para hallar una ruta que los aleje del “infierno climático”, a poco más de medio año de advertir que nos acercábamos a las puertas de ese escenario catastrófico, lo que se refleja en el mundo actual al hilar “doce meses consecutivos y más calurosos de la historia”, lo que ya cobró decenas de vidas en varias naciones y podría replicarse más tiempo, pues la posibilidad de rebasar 1.5 grados la temperatura de la era preindustrial es cada vez mayor.
Dicha situación confirma que la amenaza de que desaparezcan zonas insulares y costeras es real, especialmente ante temperaturas inéditas y que tienen impacto en otros sectores, pues se anticipan fenómenos cada vez más extremos como olas de calor, lluvias, sequías, deshielo glaciar, aumentos en el nivel del mar y el calentamiento de océanos, lo que incide en la alimentación, la salud y la economía, pues se corre el peligro de frenar cadenas de suministros y un aumento drástico en los precios mundiales.
Ante ello, la ONU fijó un nuevo objetivo a corto plazo al poner la mira en la Conferencia de Cambio Climático (COP29), a celebrarse en noviembre, para evaluar el proceso al insistir que “necesitamos cooperación, no acusaciones”.
Frente a un escenario como el Salón Familiar de la Vida Oceánica del recinto cultural, el líder portugués enfatizó que todo esfuerzo abona, incluso una diferencia de medio grado, que nos dejaría un mundo diferente, ya sea para bien o para mal.
Sus duras declaraciones responden a un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), misma que hizo sonar las alarmas al pronosticar que al menos uno de los próximos cinco años superará la temida alza de 1.5 grados centígrados, prevista en el Acuerdo de París.
Según registros de ese ente desde 2015 se incrementó de manera constante la posibilidad de tener más picos, lo que contrasta con los objetivos trazados hace casi una década.
Al respecto, la secretaria adjunta de la OMM, Ko Barrett, dijo que más que fallar las naciones corren el riesgo de perder permanentemente sus metas abriendo paso a días, meses y hasta años con termómetros récord.
VE MAYOR INACCIÓN EN RICOS. Frente a la crisis, António Guterres recriminó a firmas y a ricos al tildarlos de “padrinos del caos” por ignorar las medidas para revertir el cambio climático.
Cuestionó a éstos si viven en otro mundo al anticipar que “no podemos aceptar un futuro en el que estén protegidos en burbujas”, lo que contrasta con las zonas más pobres y sectores vulnerables que, aunque contaminan menos, pagan un mayor daño ambiental como el caso de los pobres, indígenas y mujeres, por lo que urgió al G-20 a dar apoyo técnico a gobiernos en desarrollo.
Incluso, en una afrenta directa a éstos, los tachó de “facilitadores de la destrucción” por preferir usar combustibles fósiles en vez de virar el rumbo hacia energéticos verdes, lo que atribuyó a las ganancias del sector, pero arremetió especialmente por disfrazar su cambio descaradamente al declararse “verdes” cuando aún usan petróleo y gas.