Daniel Ortega ahondó el aislamiento internacional al romper lazos con el Gobierno de Panamá, región que lo cuestionó por el destierro de más de 300 opositores en la misma semana que el régimen ordenó “suspender” relaciones con el Vaticano.
Sin abundar en los motivos, el régimen notificó a través de La Gaceta nacional que retiró al embajador centroamericano en esa nación, Marvin Ortega, quien llevaba más de seis años como enviado diplomático ante el país latino.
De inmediato los medios críticos atribuyeron la decisión a una represalia contra la nación que puso en duda su estrategia contra supuestos rivales, al recordar que ésta ha sido la reacción del sandinista ante los reproches en su contra por la aprehensión, persecución y reciente despojo de la nacionalidad de disidentes.
Y es que la medida se da a unos días de que su homólogo panameño, Laurentino Cortizo, lo exhortara a garantizar el derecho de la nacionalidad de cientos de opositores a quienes expulsó de manera forzada, al arrebatarles su ciudadanía y desterrar a quienes liberó tras meses de reclusión.
Ante esta situación, el régimen centroamericano informó que la relación se mantiene a través de Consuelo Sandoval, a quien designó como ministra consejera y quien tendrá funciones consulares tras un nuevo choque diplomático.
