Una tras otra, las promesas en la Cumbre Climática 2019, en Nueva York, sede de Naciones Unidas, fluyeron en los discursos de líderes mundiales, sin mostrar vistos de voluntad o un compromiso más ambicioso para contrarrestar la crisis ambiental.
Algunos, los representantes de las naciones más vulnerables a la crisis por el cambio climático, anunciaron planes concretos; pero los más poderosos, las potencias más contaminantes, se quedaron cortos, incluso cuando ya varios estudios con base científica advirtieron que si existiera voluntad real para reducir los efectos del calentamiento global, jefes y jefas de Estado y de gobierno multiplicarían por cinco las políticas públicas para aliviar la enfermedad del planeta.
Los líderes de Francia, Alemania e India detallaron estrategias para aumentar el uso de energía renovable y detener la quema de combustibles fósiles. Pero Estados Unidos, el que más emisiones contaminantes registra —junto a China—, se abstuvo de ser parte de los acuerdos: el presidente Donald Trump se negó a debatir; sólo acudió en calidad de espectador. Su ausencia en el panel dejó clara su firme postura de privilegiar a la industria pese a los daños que ésta tiene sobre la Tierra.
De los 196 países, 65 —apenas 33 por ciento del concierto internacional— indicaron que tienen intención de fortalecer sus compromisos asumidos en virtud del Acuerdo de París de 2015, cuyas acciones tendrían que comenzar a aplicar el próximo año, para lograr que la temperatura promedio descienda, al menos 1 grado.
El primer ministro indio, Narendra Modi, líder del país que más creció en sus emisiones nocivas —poco más de 8 por ciento—, se comprometió a lograr más del doble de su capacidad de energía renovable para 2030, aunque el Estado en desarrollo todavía depende en gran medida de la generación de energía a carbón.
La canciller alemana, Angela Merkel, detalló un paquete de medidas recientemente aprobado en Berlín para invertir miles de millones de dólares en vehículos eléctricos, aumentar la energía renovable y eliminar el carbón, aunque grupos ecologistas germanos han calificado los esfuerzos como demasiado modestos.
“La mayoría de las principales economías se quedaron lamentablemente cortas. Su falta de ambición contrasta con la creciente demanda de acción en todo el mundo. Necesitamos liderazgo nacional mucho mayor en la acción climática, y lo necesitamos ahora”, escribió Andrew Steer, jefe del Instituto de Recursos Mundiales, en un comunicado tras la cumbre.
NIÑOS, EN DEMANDA HISTÓRICA. Un grupo de 16 menores de edad, liderados por la activista sueca Greta Thunberg y la estadounidense Alexandria Villaseñor presentó ayer una queja sin precedentes ante el Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, para protestar por la pasividad de los gobiernos de todo el mundo ante el cambio climático.
Los firmantes son niños de entre ocho y 17 años de edad, procedentes de Alemania, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Francia, India, Islas Marshall, Nigeria, Palaos, Sudáfrica, Suecia y Túnez, representados por la organización ecologista Earthjustice.
El grupo acudió al Tercer Protocolo Opcional de la Convención sobre los Derechos de los Niños, un mecanismo voluntario que les permite solicitar ayuda directamente a la ONU si un Estado miembro no pone solución a una violación de sus derechos, según informó la Unicef.
En su caso, alegan que el fracaso en la lucha contra el cambio climático es una violación de los derechos de la infancia y piden al Comité que les ordene adoptar medidas concretas para proteger a los niños de sus devastadores efectos.
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