La advertencia del Partido Popular (PP) sobre la amenaza de una amnistía al movimiento independentista en España no fue suficiente para que Alberto Núñez Feijóo se alzara con un triunfo, al quedarse a cuatro votos de la mayoría absoluta para suceder a Pedro Sánchez.
Sin sorpresas, como anticipaban medios y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el derechista fracasó. Ni siquiera sumó votos a su alianza con Vox, la Coalición Canaria (CC) y la Unión del Pueblo Navarro (UPN) al mantener los 172 votos asegurados desde la elección de julio pasado, hecho del que se burló el vocero de la bancada socialista, Patxi López, al celebrar que la oposición cerró este primer paso “sin hacer amigos”.
En tanto, uno a uno 178 legisladores del PSOE, Sumar, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Junts, Bildu, Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Bloque Nacionalista Galego (BNG) sufragaron en contra del proyecto del derechista.
Previo al primer intento para el consenso, como instruyó el rey Felipe VI, el líder del PP insistió ante el Parlamento en detener los “pactos ocultos” entre Sánchez y Junts, del prófugo Carles Puigdemont, al encarar al mandatario, quien lo evadió un día antes, y enfatizar que “nadie sabe lo que va a pasar en el país si fracasa mi investidura”, declaración que parecía anticipar su revés.
Núñez Feijóo recalcó que ni por La Moncloa pagará el precio dictado por los independentistas al sostener que el mayor riesgo es lo que Sánchez oculta, al empujar a todas las fuerzas a presionarlo para desvelar su pacto con los secesionistas que intentaron dividir al país en 2017.
E insistió que, más allá del resultado, su integridad sigue intacta, pues en el PP no permite chantajes y tiene principios en defensa del Estado de derecho. Incluso, recalcó a los presentes, incluyendo a su oponente, que en los próximos días o semanas cada partido demostrará de qué lado está: de la división o la construcción.
Por ello, ventiló de nuevo los acuerdos escondidos del inquilino de La Moncloa no sólo con Junts sino con los vascos Bildu y PNV a los que despreció al decir que no quiere sus votos, luego de que éstos apuntaran tajantemente su negativa a respaldarlo.
Pero éstos aclararon que no se trata de un diferendo por la amnistía, sino del autoritarismo que representa este sector por las políticas extremas de Vox, por lo que Bildu aseveró que sólo restando los 33 votos del grupo de Santiago Abascal le darían su confianza.
No obstante, durante su último discurso buscó unos cuantos votos al acusar al presidente de ocultar la verdad, a sabiendas de que no respondería, pues abundó “quien calla otorga, señor Sánchez”, con miras a que más partidos indaguen en las condiciones ya pactadas, pues si éstas se supieran la investidura sería muy diferente al preferir su proyecto sobre el del líder centroizquierdista.
Horas después, pese al fracaso, Núñez Feijóo se dijo satisfecho al ver a un PP fortalecido, porque no cedió al enfocar sus armas contra el rechazo a la tan mencionada amnistía.
Asimismo, reconoció que persiste la unidad, luego del tropiezo, pues un amplio sector no está dispuesto a dividir a España con un atentado constitucional.
Y externó su confianza en que en el segundo intento de mañana —a 48 horas del primero— alcance la mayoría simple con sólo superar los no.
No obstante, los pronósticos siguen en su contra, pues en más de dos meses no fue capaz de sumar adeptos entre la oposición con hasta 11 partidos en el Congreso.
Ello hace prácticamente imposible que supere el rechazo de ayer, ni porque revelaron que el Gobierno paga antes a los secesionistas, pues el Ministerio del Interior solicitó a Europol corregir un informe en el que vincula al independentismo con el terrorismo.
Con ese escenario en contra le abre la puerta a Sánchez para un segundo mandato, pues ven más factible que persuada a quienes aún dudan cuando el rey le ceda la batuta, tras recibir la confirmación de la presidenta del recinto, Francina Armengol, de que no hubo consenso.
De esta manera el actual líder de La Moncloa tendría la oportunidad de convertir los 178 “no” de ayer en respaldo a la continuidad, plazo para el que sólo tendrá dos meses para negociar, pues la primera votación define el plazo para otra, misma en la que el PP buscará frenar las aspiraciones del rival que ya indultó a separatistas por el temor de que amplíe el perdón a quienes buscan referéndums para la independencia de Cataluña y del país Vasco.
Sin embargo, si el PSOE no garantiza las condiciones de sus aliados para la anhelada mayoría que rompa con el estancamiento antes de noviembre, el Parlamento se disolverá y se convocarán elecciones para el 14 de enero, las terceras en menos de ocho meses.
