Luego del atentado del pasado 22 de marzo perpetrado por supuestos terroristas de origen tayiko en Crocus City Hall, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, convocó a una conferencia urgente con funcionarios del Ministerio del Interior para abordar la tragedia que cobró la vida de 144 personas y dejó a casi 180 heridos, por la que hasta el momento se ha detenido a 16 implicados.
Durante esta reunión, declaró que no sólo es importante hallar a los “perpetradores de esta demencia”, sino también a todos los vínculos de la cadena.
Vladimir Putin identificó a los agresores como islamistas radicales y sugirió una posible conexión con una cadena de operaciones dirigidas contra Rusia desde 2014, incluso insinuando la posibilidad de vínculos con el régimen neonazi de Kiev.
Además, destacó la necesidad de intensificar los controles migratorios y cubrir las lagunas en la normativa vigente que permiten a personas con antecedentes criminales obtener permisos de trabajo e incluso la ciudadanía rusa.
El jefe del Kremlin llamó a contener los flujos de migrantes ilegales y propuso la creación de bases digitales de datos biométricos para mejorar los controles. Pues argumentó que este fenómeno social representa una amenaza para la seguridad nacional y la estabilidad social, y subrayó la importancia de preservar la identidad cultural y lingüística de Rusia.
Putin enfatizó la necesidad de fortalecer la lucha contra el extremismo, la delincuencia organizada y la corrupción, proponiendo tecnologías de información para mejorar la eficiencia en la prevención y el combate de estos delitos, así como proteger a la juventud de la influencia de radicales y extremistas en las redes sociales, pues mencionó que muchos consideran a Rusia un “eslabón débil”.