El presidente ruso, Vladimir Putin, calificó ayer como una “provocación a gran escala” la incursión ucraniana en la región suroccidental de Kursk, y sus funcionarios afirmaron que estaban combatiendo ataques transfronterizos por segundo día, mientras que las fuerzas ucranianas no dieron detalles sobre el alcance de la operación.
Vladimir Putin se reunió con su gabinete de defensa y seguridad para hablar sobre lo que llamó “bombardeos indiscriminados de edificios civiles, casas residenciales y ambulancias con diferentes tipos de armas” y dio instrucciones para coordinar la asistencia a la región de Kursk, que se encuentra a aproximadamente 500 kilómetros de Moscú.
El jefe del Estado Mayor del Ejército, Valery Gerasimov, informó a Vladimir Putin en la reunión a través de un enlace de video que alrededor de 100 soldados ucranianos habían muerto en la batalla y más de 200 habían resultado heridos, deteniendo el avance de hasta mil efectivos.
“El avance fue detenido por las acciones de las unidades que cubren la frontera estatal junto con guardias fronterizos y unidades de refuerzo, con ataques aéreos, misiles y fuego de artillería”, externó.
Mientras tanto, el bombardeo ucraniano mató al menos a dos personas (un paramédico y un conductor de ambulancia) e hirió a 24, indicó la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, en un comunicado.
El gobernador interino de la región de Kursk, Alexei Smirnov, comunicó que se decretó el estado de emergencia para esta zona fronteriza, lo que significa restringir el acceso a determinadas partes.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en su discurso nocturno en video de ayer, no hizo ninguna referencia al ataque, mientras que exhortó a su ejército a seguir adelante.