De acuerdo con un manual publicado en media docena de idiomas, el Vaticano instruyó ayer a obispos de todo el mundo reportar a la policía los abusos sexuales cometidos por el clero, incluso cuando no estén legalmente obligados a hacerlo.
La indicación va más allá de la directriz actual del Vaticano, que exige que obispos y líderes eclesiásticos reporten acusaciones de abuso sexual contra menores sólo cuando las leyes locales lo soliciten.
La nueva norma es que “aun en casos en que no existe una obligación legal explícita, las autoridades eclesiásticas deberían hacer una denuncia ante las autoridades civiles competentes si esto es considerado necesario para proteger a la persona involucrada o a otros menores de los peligros de actos criminales ulteriores”.
También añade que los líderes religiosos deberán acatar “legítimas” citaciones emitidas por las autoridades locales.
El manual parece diseñado para privar a obispos y superiores religiosos de excusas para no realizar pesquisas preliminares a sacerdotes acusados y para no cooperar con las autoridades locales.
Por ejemplo, estipula que no deberían desestimarse las denuncias anónimas y que incluso rumores o mensajes en redes sociales pueden servir de fundamento para lanzar una investigación.
Además, establece que un obispo no debería ignorar acusaciones simplemente porque son anteriores al límite de antigüedad, ya que el Vaticano puede decidir eliminar dicho período.
La única justificación para desestimar por completo una denuncia, de acuerdo con el manual, es cuando el obispo determine que hay “una imposibilidad manifiesta de proceder”, por ejemplo si el denunciante era mayor de edad o si el cura no está en el lugar de los hechos.
Deja en claro que el tipo de crímenes que constituyen el abuso sexual no solamente incluyen relaciones sexuales sino también cualquier contacto físico para obtener gratificación sexual, exhibicionismo, masturbación, proposiciones sexuales, entre otros.