La violencia armada retornó con fuerza en Estados Unidos al acumular 20 muertos y más de 50 heridos en ocho tiroteos masivos en cinco días, en medio de una lucha sobre la prohibición de armas.
Mientras la población de Colorado Springs se recupera del crimen de odio en el que un joven mató a cinco personas en un club LGBT, la mira sobre estos ataques cambió y ahora se enfoca en otras entidades, pues en menos de 24 horas Virginia y Pensilvania se convirtieron en blanco de otros tiradores, con lo que el país suma 608 tiroteos, según el recuento de Gun Violence Archive.
Aún con información a cuentagotas, autoridades de Chesapeake, en Virginia, confirmaron que un empleado abrió fuego en un Walmart y asesinó a seis compañeros antes de suicidarse.
Durante su turno el sospechoso identificado como Andre Bing, de 31 años, sacó un arma y agredió a “sangre fría” a los empleados en el área de descanso, de acuerdo con el testimonio de sobrevivientes, pues compañeros de éste relataron a agencias como Reuters y Associated Press que días previos y hasta en una junta nocturna se dijo perseguido y se mostraba paranoico. No obstante, declararon que no lanzó ningún amago y en cuanto abrió la puerta del salón disparó de manera indiscriminada.
Sin embargo, como el caso que enlutó a Colorado Springs el fin de semana, todavía no hay pistas sobre el detonante o por qué tenía una pistola en el trabajo, pero las autoridades ya recaban información y se adentran en sus antecedentes para dar luz sobre el ataque en el que también hirió a cuatro personas cuando aún había clientes en la tienda.
En tanto, la Policía allanó su casa en busca de información sobre el móvil o señales de su delirio de persecución, sin que hasta el cierre de esta edición se brinden más detalles, pues ni siquiera se corroboró que el video que circula en redes sociales en el que se observa a Bing con uniforme riendo con sus compañeros sea de las horas previas a la balacera.
Por separado, la cadena de conveniencia — que ha sido blanco de ataques similares en los últimos años— notificó que Andre era gerente nocturno de esa sucursal desde hace más de una década, pero no reveló si tuvo problemas previos.
Y horas más tarde se reportó otro tiroteo en el que cuatro estudiantes resultaron heridos a la hora de la salida en una secundaria de Filadelfia, en Pensilvania. Entre las víctimas hay unas hermanas, pero se desconoce si se trató de un ataque directo o éste fue al azar.
Con estas agresiones armadas Estados Unidos se acerca a su peor año de víctimas letales, al acumular 18 mil 136 en casi 11 meses. Y aunque aún está lejos de los 19 mil 549 del 2020 y 20 mil 988 del 2021, en plena pandemia de Covid-19, de mantener el promedio de hasta 55 por día quedará muy cerca del cierre de hace dos años, de acuerdo con la revisión de Gun Violence. Además, se aproxima al total de tiroteos masivos registrados al año pasado, cuando se contabilizaron 690, aunque el peor registro fue el de 2017 cuando hubo más de 700.
Además, la agresión del pasado 22 de noviembre evidenció, otra vez, las diferencias entre autoridades de EU en torno al control y prohibición de armas.
Tras el tiroteo en el Walmart, el presidente Joe Biden, de tendencia demócrata, reiteró el llamado a hacer más en la materia al lamentar que estas acciones dejan sillas vacías previo a la celebración de Acción de Gracias.
A través de redes sociales afirmó que estos trágicos actos violentos y sin sentido son un recordatorio para el país de que “debemos tomar medidas más importantes”, luego de externar sus condolencias a las familias de las víctimas. Mientras que en un comunicado difundido por la Casa Blanca dijo que la reforma de armas que firmó hace unos meses “no es suficiente” y llamó a la unidad para evitar más actos como los de Chesapeake, mientras el país sigue llorando por severas agresiones armadas.
En contraste, el gobernador de Virginia, el republicano Glen Youngkin, minimizó la situación y aseveró a la prensa que no es momento de discutir posibles cambios en torno al control de armas.
El mandatario justificó que la prioridad es atender a las víctimas y a las familias, pero evitó hablar sobre si la entidad requiere nuevas normas para evitar esta clase de actos. Pero previamente envió un fuerte mensaje al referir que “los actos atroces de violencia no tienen cabida en nuestras comunidades”.