El plan de Rusia para anexarse cuatro territorios ucranianos elevó las tensiones con Occidente que insiste en más sanciones contra el régimen de Vladimir Putin.
Mientras los prorrusos y el Kremlin aceleran el proceso para sumar oficialmente a la nación vecina a Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporiyia, Ucrania y sus aliados aumentaron las advertencias contra Putin al reiterar que no reconocerán la “farsa”, repudiar el intento de usar armas nucleares, acusar nuevamente al invasor por el daño a las tuberías gemelas Nord Stream 1 y 2, ratificar que hubo “sabotaje” y hasta pedir a sus ciudadanos abandonar de inmediato ese territorio.
Un día después del supuesto resultado abrumador en el corredor fronterizo para dejar de ser parte de Ucrania, los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) coincidieron en que la nueva escalada de Putin requiere una respuesta drástica, pues no dejarán sin sanción este intento de alterar por la fuerza las fronteras internacionales.
La presidenta del bloque de 27 países, Ursula von der Leyen, sostuvo que harán que Moscú pague por esas acciones, que suceden a la par de la “movilización parcial” con la que amenaza a Ucrania y a aliados del presidente Volodimir Zelenski. Y adelantó a la prensa que preparan un paquete para frenar sus exportaciones, lo que implica que Rusia dejará de percibir siete mil millones de dólares, afectando su capacidad militar.
Y advirtió, al igual que Zelenski, que todos los cómplices de este seudoreferéndum serán castigados, pues Kiev adelantó penas de 10 años de cárcel a los ucranianos que facilitaron la votación que se celebró entre el 23 y el 27 de septiembre, pues hubo tortura y amenazas contra su población.
Por separado, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, y la primera ministra británica, Liz Truss, reiteraron su total disposición de seguir apoyando a las fuerzas defensoras. En tanto, EU reforzó el respaldo a Zelenski al enviar más equipo militar y económico a esa nación en respuesta a los actos separatistas, pues los líderes prorrusos de las regiones en cuestión viajaron ayer a Moscú para entregar oficialmente la solicitud de convertirse en rusos, con miras a discutir el tema la próxima semana en una sesión programada para el 4 de octubre, según la agenda del Parlamento ruso.
Pero no es el único frente abierto, pues en medio de los amagos de cortar todo suministro energético persiste la fuga de gas en el mar Báltico, hecho por el que ambas regiones culpan al contrario.
Los aliados de Zelenski ratificaron la denuncia de que tropas rusas dañaron las tuberías, que se siguen vaciando en aguas internacionales, al señalar que fue un acto deliberado, hecho que confirmaron fuentes al diario alemán Tagesspiegel,
mismas que consideraron que la afectación es “irreparable”, mientras que medios británicos dijeron que se trató de un ataque submarino para cortar las vías de suministro a Europa, aunque uno de los gasoductos está suspendido y el otro no debería tener energético.
En respuesta, Moscú rechazó los señalamientos y tachó de absurdas las versiones que habrían vulnerado sus instalaciones a propósito, por lo que solicitó al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) atender el caso para zanjar el tema.
Y ante los recientes peligros, el gobierno de Biden urgió a los connacionales que se encuentran en Rusia a buscar una salida por cualquier medio y advirtió, a través de su embajada, que el Kremlin podría desconocer la doble ciudadanía de éstos para reclutarlos para la guerra, hecho que ya provocó que unos 300 mil rusos escaparan de esa nación. Llamado al que se sumaron otras naciones como Bulgaria, Estonia, Polonia y Rumania.