Las tropas rusas siguen decididas a destruir la nación invadida al intensificar los bombardeos contra infraestructura civil en Járkov, Jerson, Sumi y Leópolis.
El Kremlin busca mostrar su poderío previo a los 500 días de la guerra y, en las últimas horas, perpetró duros golpes hacia regiones ucranianas en donde voló una estación de tren y mató a casi una decena de civiles, al tiempo que refuerza medidas fronterizas para evitar el paso de opositores en territorios anexados.
Combatientes en Járkov denunciaron que el invasor acabó con las instalaciones en Bogodujiv con misiles y artillería, lo que provocó incendios en alrededores por los fragmentos que cayeron.
Y después de varias semanas puso la mira de nuevo en Leópolis al bombardear la región, donde mató a siete residentes, pues el último cuerpo entre los escombros de dos edificios derribados fue recuperado al cierre de esta edición, según un informe de las emergencias.
La onda expansiva vulneró otros edificios y evacuaron 60 vecinos, mientras que 14 fueron hospitalizados. En medio de estas escenas de terror, medios y agencias mostraron la realidad que otra vez enluta al pueblo, con tomas de calles y vehículos cubiertos casi por polvo y escombros, mientras las personas intentan rescatar pertenencias de lo que quedó en sus viviendas, pues casi una treintena de departamentos se perdieron.
Pero las agresiones simultáneas no frenan a la resistencia, que apuesta por fortalecer su contraofensiva al advertir que recuperarán más asentamientos.
Según un informe que dio a conocer el presidente Volodimir Zelenski, desde que comenzó la guerra sus fuerzas ya retomaron el control de mil 900 aldeas, evidenciando que los golpes del rival no los vencen. Y asestó enérgicamente “hemos podido reducir significativamente la escalada”, en un mensaje de agradecimiento a sus aliados de Occidente, poco antes de viajar a Bulgaria y República Checa en busca de más respaldo.
Agregó que el camino pinta difícil, pero la meta es liberar a toda Ucrania de un Estado terrorista que no desiste de apuntar sus armas contra civiles, argumentando que sólo derriba almacenes de armas y bases militares.
Más tarde, la organización Human Rights Watch (HRW) demandó a ambos países detener todos los ataques, especialmente los cometidos con armas ilegales, en medio de rumores de que Estados Unidos suministrará municiones de racimo a Kiev.
Sin embargo, dicha región reclamó que los pongan al mismo nivel que el invasor. El asesor presidencial, Mijailo Podoliak, cuestionó el comparativo entre su defensiva con el genocidio enemigo y, a través de su cuenta de Twitter, pidió al organismo evaluar esas agresiones al enlistar los crímenes de Moscú como ejecuciones públicas, violaciones, secuestro de niños y ataques con misiles.
Pero el régimen no respondió a los señalamientos ni a la supuesta información de que el líder del Grupo Wagner y quien orquestó el mayor golpe a Rusia, Yevgeni Prigozhin, retornó a Moscú, según declaraciones del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko.
El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, minimizó estas versiones al enfatizar que no les interesa su paradero, pues ni siquiera implementaron vigilancia.