El Gobierno sueco se convirtió oficialmente en integrante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), acto que aliados reconocen como una nueva fuerza ante riesgos globales como la guerra de Rusia contra Ucrania.
A escasos días de superar el último obstáculo, cuando Hungría respaldó su ingreso, la región báltica fue declarada ayer oficialmente el miembro 32 al concluir la adhesión que solicitó tres meses después de que el ejército de Vladimir Putin invadiera Kiev.
Con ello, Estocolmo revirtió una histórica tradición de dos siglos de neutralidad, pues vio en el despliegue ruso una importante alerta que lo obligó a corregir esa postura política y buscar una unidad regional. Y ahora dicho ente militar rodea el mar Báltico, una muestra de limitar
al enemigo común, al tiempo que arropan con suministros a las fuerzas de Volodimir Zelenski.
En una ceremonia oficial de bienvenida a esa alianza transatlántica, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, refirió al primer ministro, Alf Kristersson, “éste es un momento histórico para Suecia, histórico para la alianza. Es historia para la relación transatlántica”, al entregar su carta de miembro.
A nombre del presidente estadounidense, Joe Biden, su representante apuntó que ayer se amarró la seguridad de los aliados, un mensaje directo al líder del Kremlin, al que Occidente culpa de una de los peores riesgos a nivel mundial en años, pero que también representa un duro golpe geopolítico para Putin, pues el mandatario que va por una reelección justificó la invasión ante el expansionismo de la OTAN, pero con ello sólo motivó a más naciones a sumarse, pues recientemente Finlandia, con quien comparte frontera, consiguió su adhesión.
Por separado, el secretario de esa alianza, Jens Stoltenberg, reiteró que este 7 de marzo quedará marcado en la historia internacional, pues ahora Suecia ocupa el lugar que le corresponde en la ruta geopolítica.
Tendrá “igual voz en la configuración de políticas y decisiones”, recalcó en un mensaje en su cuenta de X en torno a la seguridad global, hecho que remarcó más tarde en un comunicado al precisar que ambos sectores ganan, pues Estocolmo “trae consigo fuerzas armadas capaces y una industria de defensa de primera clase”, a días de que Moscú se quejara de ejercicios militares de esa alianza en la región. Y adelantó que la bandera azul y amarilla sueca ondeará en la sede de Bruselas a partir del próximo 11 de marzo.
Celebración histórica a la que se sumaron otros Gobiernos al admitir que con el ingreso de Suecia se hacen más fuertes para enfrentar amenazas.