Factores como la deserción escolar y el nivel socioeconómico provocan que en México alrededor de 16 millones 400 mil jóvenes entre 15 y 29 años de edad vivan en condiciones de pobreza, exclusión laboral y con trabajos precarios, alertó la Organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
En su estudio “Jóvenes oportunidad: Datos de la Zona Metropolitana de la CDMX, análisis de políticas y recomendaciones para su inclusión económica”, la organización advirtió que la pobreza afecta a 42 por ciento de los jóvenes del país, de los que 5.1 millones se encuentran fuera de la escuela o desempleados; 8.2 millones de personas sí cuentan con un trabajo, pero en condiciones precarias; y 3.7 millones, principalmente mujeres, no pueden buscar empleo por realizar labores no remuneradas.
En conferencia de prensa, Rogelio Gómez Hermosillo, presidente ejecutivo de Acción Ciudadana Frente a la pobreza, explicó que los jóvenes en pobreza han llegado a esa situación tras un cúmulo de desventajas, como el hecho de haber nacido en hogares con bajos ingresos, haber sufrido desnutrición crónica durante la infancia, tener un desempeño educativo deficiente, el abandono escolar o tener empleos, en su mayoría precarios.
Otros barreras a las que se enfrentan son la discriminación, ansiedad, racismo, depresión, embarazos no deseados y enfermedades o tener alguna discapacidad.
“Quienes hoy tienen 28 años, nacieron en 1996, cuando la pobreza afectaba a 7 de cada 10 mexicanos. Quienes hoy tienen 24 años, nacieron en el 2000, cuando más de la mitad de la población vivía en pobreza. Quienes hoy tienen 18 años, nacieron en 2006, cuando el 43 por ciento de la población vivía en pobreza”, destacó el directivo.
En este sentido, el estudio de Acción Ciudadana señala que la deserción escolar comienza a acelerarse a los 15 años, que es la edad de transición entre la secundaria y la Educación Medio Superior (EMS), es así que de cada 100 niños que entran a la escuela primaria, sólo 53 logran concluir la preparatoria.
La asistencia escolar también se ve afectada entre los estudiantes con mayores y menores ingresos, pues mientras que el porcentaje de asistencia de los jóvenes de 15 a 17 años sin condiciones de pobreza es de 91 por ciento, el de los estudiantes con bajos ingresos es de apenas 51 por ciento.
A esto hay que añadirle que las becas juegan un papel importante para disminuir la deserción y aunque en la actual administración se ha aumentado el número de apoyos económicos escolares, lo que ha contribuido a que la tasa de abandono escolar se reduzca de 14 por ciento en 2018 a 10 por ciento en 2023, el incremento de las becas ha sido mínimo, pues de 2018 a 2020 pasaron de 2.1 a 3.6 millones; sin embargo, para 2023 se redujeron a 2.6 millones.
En tanto, las tasas de cobertura y escolarización muestran un estancamiento desde 2019, ya que se han mantenido en 63 y 78 por ciento, respectivamente.
“El rezago educativo producto del abandono escolar sin concluir la Educación Medio Superior es el factor central de la exclusión laboral: el 88 por ciento de las personas jóvenes sin trabajo están en rezago educativo”, remarca.
La mitad de estos jóvenes están excluidas o en riesgo, 16 millones 400 mil, ¿por qué? No porque sea su responsabilidad, no porque les falte mérito, no porque les falten ganas, sino porque han acumulado desde la cuna una serie de desventajas relacionadas con la pobreza, exclusión y carenciasRogelio Gómez, Presidente de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza
EFICIENCIA DE JCF. Por otra parte, la investigación financiada por la Fundación Hilton, analizó la efectividad del programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), del cual destaca que es la única política pública en México que se enfoca en el problema de la inserción laboral de los jóvenes; sin embargo, requiere mejorar varios de sus aspectos para cumplir mejor su objetivo de ayudar a la población joven a encontrar trabajo y superar la pobreza.
Y es que, el programa no ha tenido logros significativos, pues aunque el porcentaje de jóvenes desempleados y fuera de la escuela bajó del 21 al 18 por ciento de 2018 a 2023, sólo tres puntos porcentuales en cinco años, lo que es una reducción mínima; además el número de jóvenes con trabajo formal también disminuyó en ese periodo en 128 mil.
“En noviembre de 2018, había 6.824 millones de jóvenes registrados en puestos de trabajos formales en el IMSS. En noviembre de 2023, cinco años después, y pese a la inversión realizada en el programa JCF, son 6 mil 696 millones. Para tener una referencia de comparación, los puestos de trabajo registrados en el IMSS crecieron 9.5 por ciento en el mismo periodo”, mencionó.
Asimismo, descubrió que el programa JCF no prioriza a jóvenes sin estudios y en pobreza, pues 66 por ciento de los 2.8 millones de participantes que ha alcanzado desde que empezó a operar en 2019 tienen preparatoria completa o incluso educación superior finalizada.
Además, el programa indica que los jóvenes participantes tienen 2.7 veces más probabilidades de conseguir un empleo, comparado con aquellos que no participaron en JCF; no obstante, acción ciudadana señala que al comparar la muestra que se toma como base para sustentar este resultado, en realidad ésta es de un tercio de los participantes, lo cual señala que sólo 20 por ciento de ellos obtiene un trabajo tras ser capacitado.
“JCF no garantiza una experiencia laboral significativa, ni capacitación o desarrollo de competencias. El programa no considera la participación de entidades de capacitación, sean públicas, privadas o sociales”, añade.