Retos como un mayor fortalecimiento en sus cadenas de valor, mayor innovación para optimizar procesos, mecanismos de control para gestionar riesgos y registros sanitarios del extranjero han impedido que el sector farmacéutico sea reconocido como industria estratégica en México.
El análisis “La industria farmacéutica mexicana. Actualidades 2018”, de KPMG México, destaca que el sector es vulnerable ante múltiples aspectos ajenos, incluso ante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pese a que genera 87 mil empleos fijos y 400 mil indirectos; además de que aporta siete por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero.
De acuerdo con Ignacio García-Téllez, analista de salud de la calificadora, la industria requiere reinventarse, reposicionarse y reconfigurarse para evitar quedar estancada, lo cual implica insertarse en el ecosistema de la salud de forma relevante.
Hacia 2030 existe una tendencia de impulsar la transformación del sistema de salud hacia un mayor costo-efectividad, teniendo como prioridad la seguridad del paciente y efectividad de la atención”.
[caption id="attachment_775043" align="alignnone" width="945"] Gráfico: La Razón de México[/caption]
La importancia de la industria es tal que pasa desapercibida la inversión que realizan en las patentes y en su producción, ya que tan sólo los procesos de investigación y desarrollo suelen estar estimado en dos mil 600 millones de dólares, mientras que la probabilidad de éxito clínico de estos proyectos es menor a 12 por ciento.
Datos de KPMG refieren que México está en el último lugar de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en consumo per cápita de medicamentos y, por otro lado, mantiene una balanza comercial deficitaria. Las plataformas sólidas de exportación, por ejemplo, repercuten favorablemente en el crecimiento económico.
Al parecer, entre las principales razones para impulsar la industria farmacéutica en México se encuentra un importante área de la tecnología, la creación de fármacos a nivel internacional, que podrían generar ganancias en patentes, ayudaría a disminuir la dependencia externa, aumentaría la capacidad de exportación y ayudaría al crecimiento económico nacional.
Asimismo, nuestro país ha desarrollado un gran potencial en este sector: es el primer exportador de dispositivos médicos en América Latina y el octavo a nivel mundial. Incluso, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha impulsado la autoclasificación para distinguir entre equipos de alta tecnología, dispositivos médicos, instrumentos y consumibles.
La industria de dispositivos médicos es muy relevante y fomenta la competitividad, tanto por su impacto económico como por la contribución en la atención de salud. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Industrias Innovadoras de Dispositivos Médicos (AMID), sus empresas cuentan con 30 plantas de producción que dan empleo a más de 130 mil personas y capacitan a 25 mil profesionales.