La crisis económica inducida por la pandemia dejará cicatrices profundas y el camino hacia un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo será largo y difícil, sostuvo el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La erosión del capital humano por el alto desempleo prolongado y los cierres de escuelas, la destrucción del valor de las quiebras y las restricciones a la futura política fiscal de la elevada deuda pública encabezan la lista de estas cicatrices, agrega el organismo en su blog.
En el análisis realizado por las especialistas del Departamento de Investigación del FMI, Oya Celasun, Lone Christiansen y Margaux MacDonald, advierte que los grupos que ya eran pobres y vulnerables están listos para ver los mayores golpes.
Destaca que una acción rápida y sin precedentes de los responsables de la formulación de políticas, incluidas las economías avanzadas y de mercados emergentes del Grupo de los Veinte (G20), ayudó a evitar una crisis económica aún peor a raíz del COVID-19 de lo que se ha presenciado.
El G20 ha proporcionado alrededor de 11 billones de dólares en apoyo necesario a las personas, las empresas y el sector de la salud desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, precisa, gran parte del apoyo fiscal se está reduciendo gradualmente, y muchos beneficios como transferencias en efectivo a los hogares, pagos de impuestos diferidos o préstamos temporales a empresas han expirado o están a punto de expirar a finales de este año.
Esta retirada de la ayuda se está produciendo en un momento en que todavía se prevé que las pérdidas de empleo derivadas de la crisis sean considerables, como lo demuestran las enormes deficiencias en el empleo proyectado en relación con las tendencias previas a la pandemia, alerta.
Ante ello, el FMI recomienda mantener el apoyo durante toda la crisis, ya que una retirada prematura de la ayuda impondría un mayor daño a los medios de subsistencia y aumentaría la probabilidad de quiebras generalizadas, lo que a su vez podría poner en peligro la recuperación.
“En tal escenario, las cicatrices de la crisis probablemente se volverían mucho más profundas”, subraya.
En la medida de lo posible, las economías deberían, por lo tanto, resistirse a endurecer la política fiscal demasiado pronto y, en su lugar, garantizar un apoyo continuo a la atención sanitaria, a las personas y a las empresas.
En las economías limitadas en su capacidad de gasto, puede justificarse una reordenación del gasto para proteger a los más vulnerables, añadió.
En segundo lugar, a medida que se comprenda gradualmente lo que le espera en el mundo pospandemia, las políticas tendrán que orientarse hacia la nueva realidad y aumentar la resiliencia, sugirió.
Por ejemplo, las políticas que promueven la inversión y la contratación en sectores en expansión y ofrecen oportunidades de capacitación y readiestramiento a los desempleados fortalecerán la recuperación y la harán más sostenible.
Las inversiones para promover la descarbonización no sólo pueden aumentar el empleo a corto plazo, sino también aumentar la resiliencia en el futuro, planteó el organismo.
Ahora es el momento de pasar sabiamente y trabajar juntos para construir un futuro mejor, subrayó.