El panorama económico mundial seguirá evolucionando hacia un sistema tripolar con los Estados Unidos, China y la Unión Europea como pilares, como resultado tanto del endurecimiento de las medidas durante el COVID-19, como del agravamiento de las tendencias existentes, de acuerdo con Moody’s.
La calificadora internacional señaló que este cambio plantea ramificaciones para las cadenas comerciales y de suministro, tecnología y el papel del gobierno en la economía, con efectos crediticios negativos en países, sectores e industrias.
“Incluso antes del COVID-19, los encargados de formular políticas estaban reconsiderando cada vez más la globalización. A raíz de la pandemia, esperamos que la mayor atención de los países en la reparación del daño económico lleve a un mayor énfasis en lograr la autosuficiencia económica, particularmente en industrias estratégicas clave”, dijo el analista de Moody’s, Michael Taylor.
"Como resultado, la competencia y los conflictos en tecnología, comercio y política continuarán y, en algunos casos, se intensificarán”, añadió.
Si bien es poco probable que las economías de Estados Unidos y China se desacoplen, se volverán más desconectadas.
Si bien la Unión Europea comparte una serie de objetivos comunes con Estados Unidos con respecto a China, como la protección de la propiedad intelectual y la apertura del mercado, tendrá que equilibrarlos frente a su mayor exposición económica al país asiático.
“A pesar de actuar como defensor de un sistema de comercio global basado en reglas, con el tiempo la Unión Europea probablemente será empujada en una dirección más proteccionista y sus intereses divergirán cada vez más de los de Estados Unidos en áreas como los impuestos a los servicios digitales, la privacidad de los datos y otras normas regulatorias", agregó Taylor.
En el plano comercial, señaló Moody's, las relaciones tendrán cada vez más un enfoque regional que compensará en parte la desaceleración de flujos interregionales en el escenario mundial.
Mientras tanto, más competencia en tecnologías emergentes como la 5G, la tecnología digital y la energía limpia conducirán a un mayor papel del gobierno en el fomento del desarrollo de industrias estratégicas, mediante el establecimiento de normas regulatorias, entre otros medios.
El dólar estadounidense seguirá siendo la moneda de reserva mundial y los mercados de capital estadounidenses conservarán su papel de liderazgo como mecanismo para la obtención de capital mundial.
Pero el papel internacional del euro probablemente aumentará siempre que pueda superar la arquitectura incompleta de la moneda única. Mientras tanto, la moneda de China, el renminbi, también se volverá más influyente, agregó la calificadora.
