El uso de biofertilizantes disminuye hasta en 50 por ciento el uso de fertilizantes convencionales –actualmente es el insumo más caro en la producción agrícola-- y permiten reducir costos de producción entre 15 por ciento y 20 por ciento en trigo y maíz, respectivamente, sin afectar en forma significativa rendimientos.
Dicha evaluación se llevó a cabo en Guanajuato por parte del Centro de Desarrollo Tecnológico Villadiego, durante el ciclo agrícola otoño-invierno 2020/21 --antes de que se dispararan los precios de los fertilizantes.
En un comunicado, el Centro explicó que el alza en el precio de los fertilizantes es un problema que no solo afecta el costo de los alimentos, sino que ocasiona una baja rentabilidad de los agricultores, desestimulando la producción.
Por lo anterior, dijo que resulta alentador que evaluaciones recientes de los Fideicomisos Instituido Relacionados con la Agricultura (FIRA), hayan validado que el uso de biofertilizantes.
La validación de campo del FIRA en trigo durante el ciclo otoño-invierno 2020-21 arrojó que con el empleo de biofertilizantes y la reducción al 50 por ciento de fertilizantes químicos no hubo impacto significativo en el rendimiento. El resultado final fue un aumento en la utilidad por hectárea del 12 por ciento, en beneficio del agricultor.
A su vez, dentro de la participación de los fertilizantes en la estructura de costos de la fertilización hubo una reducción significativa al bajar del 40 al 24 por ciento.
En este sentido, Marcel Morales, director de Biofábrica Siglo XXI, resaltó que otra ventaja adicional con el uso de los biofertilizantes, es que el nivel de eficiencia en los fertilizantes tradicionales se duplica.
Lo anterior es relevante porque está demostrado que este insumo es el más caro en la producción agrícola y tienen un bajo nivel de eficiencia, porque la planta sólo aprovecha alrededor del 30 por ciento; el resto es desperdicio altamente contaminante.
Morales añadió que el uso de los biofertilizantes ayuda al proceso de regeneración física, química y microbiológica de los suelos, incrementando sus niveles de productividad.
“No hay que olvidar que un suelo con una buena estructura microbiológica incrementa su capacidad de secuestrar el CO2 de la atmósfera, convirtiéndolo en un insumo productivo”, destacó.
Indicó que los tiempos que actualmente se enfrentan por los efectos de la pandemia por COVID-19 y la guerra Rusia-Ucrania, “demandan cambios estructurales reales y de raíz, donde se ponga en el centro la producción de alimentos, una mayor eficiencia en el uso de insumos, la productividad y la sustentabilidad. Se dice que la palabra “crisis” significa oportunidad. No debemos dejarla pasar, concluye el experto en temas agrícolas”
lemm.