El Banco Mundial (BM) recortó su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana en 2023 a 0.9 por ciento, desde el 1.9 por ciento proyectado en junio pasado, debido al probable impacto de la débil perspectiva del PIB de Estados Unidos en el crecimiento de las exportaciones y las remesas entrantes.
En su reciente del informe “Perspectivas económicas mundiales” difundido hoy, refirió que esta nueva expectativa para el Producto Interno Bruto (PIB) en este año muestra una desaceleración respecto a la estimación de 2.6 por ciento de avance para 2022, que el BM mejoró desde el 1.7 por ciento proyectado en junio.
El organismo internacional espera que la expansión de la economía mexicana se reafirme nuevamente en 2024, con un crecimiento del 2.3 por ciento, superior al 2.0 por ciento calculado hace seis meses.
“La demanda interna de servicios debería continuar recuperándose gradualmente en 2023, pero es probable que una perspectiva estadounidense mucho más débil reduzca el crecimiento de las exportaciones y las remesas entrantes”, añadió en el reporte.
Señaló que en vista de las persistentes presiones sobre los precios —la inflación subyacente se encuentra en su nivel más alto en más de dos décadas—, se anticipa que la política monetaria seguirá siendo estricta, con una tasa de política de dos dígitos durante algún tiempo.
Así, el Banco Mundial espera que las condiciones monetarias más restrictivas pesen sobre los componentes cíclicos del crecimiento, con una inversión estancada por debajo de su nivel de 2019 durante todo el período de pronóstico.
Además, prevé que el crecimiento del consumo y las exportaciones de México repunte en 2024, a medida que la inflación disminuya y las condiciones externas mejoren.
Para la economía mundial en su conjunto, el BM prevé un crecimiento de 1.7 por ciento en 2023 y de 2.7 por ciento en 2024, desde el 3.0 por ciento proyectado para ambos años en sus estimaciones de junio del año pasado.
Señaló que el crecimiento mundial se está desacelerando marcadamente debido a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones causadas por la invasión de Rusia a Ucrania.
Dada la frágil situación económica, cualquier nuevo acontecimiento adverso —como una inflación más alta que la prevista, aumentos abruptos de las tasas de interés para contenerla, el resurgimiento de la pandemia de COVID-19 o la intensificación de las tensiones geopolíticas— podría empujar a la economía mundial a la recesión.
“Sería la primera vez en más de 80 años que se producen dos recesiones mundiales en la misma década”, advirtió el Banco Mundial.
“La crisis que enfrenta el desarrollo se está intensificando a medida que las perspectivas de crecimiento mundial se deterioran”, declaró David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
“Los países emergentes y en desarrollo se enfrentan a un periodo de varios años de crecimiento lento impulsado por una pesada carga de la deuda y escasas inversiones; al mismo tiempo, el capital mundial es absorbido por las economías avanzadas que enfrentan niveles de deuda pública extremadamente altos y tasas de interés crecientes. El bajo nivel de crecimiento y de inversión empresarial agravará los retrocesos en materia de educación, salud, pobreza e infraestructura, que ya son devastadores, así como las crecientes demandas derivadas del cambio climático”.
Se prevé que el crecimiento de las economías avanzadas se desacelerará del 2.5 al 0.5 por ciento del 2022 a 2023. En las últimas dos décadas, las desaceleraciones de esta magnitud han sido la antesala de una recesión mundial.
En Estados Unidos, el crecimiento caerá al 0.5 por ciento en 2023, 1.9 puntos porcentuales por debajo de los pronósticos previos y el desempeño más deficiente fuera de las recesiones oficiales desde 1970. China crecerá 4.3 por ciento, es decir, 0.9 puntos porcentuales menos de las previsiones anteriores.
Se espera que el crecimiento de América Latina y el Caribe se desacelere marcadamente hasta el 1.3 por ciento en 2023, para recuperarse un poco, al 2.4 por ciento, en 2024.
Esta desaceleración refleja tanto los esfuerzos de las autoridades monetarias por controlar la inflación como los efectos secundarios de un panorama mundial poco auspicioso.
Inflación en México, de las más bajas en OCDE
México se ubicó en el décimo sitio entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con menor inflación en noviembre del 2022, con una tasa de 7.8 por ciento y una desaceleración desde el 8.4 por ciento en octubre.
Según el organismo, el dato de inflación de México en noviembre pasado fue resultado del incremento de 12.4 por ciento en los precios de los alimentos, por debajo del 14.5 por ciento en octubre, mientras que los energéticos subieron sólo 2.4 por ciento anual, desde 3.2 por ciento.
Con datos actualizados la víspera por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la inflación de México en 2022 fue de 7.82 por ciento, su mayor nivel para un cierre de año desde 2000.
Para el conjunto de 38 países que integran la OCDE, en noviembre pasado la inflación se desaceleró de 10.7 por ciento en octubre a 10.3 por ciento en noviembre del año pasado, con lo que regresó al nivel registrado en agosto.
Las mayores tasas de inflación en noviembre del 2022 entre los países de la OCDE se registraron en Turquía 84.39 por ciento, Lituania 22.89 por ciento, Hungría 22.50 por ciento, Letonia 21.84 por ciento, Estonia 21.31 por ciento, Polonia 17.50 por ciento, República Checa 16.25 por ciento, República Eslovaca 15.35 por ciento, Chile 13.34 por ciento y Colombia 12.53 por ciento.
En contraste, las economías con menos inflación anual en el penúltimo mes del año pasado fueron Suiza 2.96 por ciento, Corea 5.04 por ciento, Israel 5.28 por ciento, Luxemburgo 5.94 por ciento, Francia 6.15 por ciento, Noruega 6.52 por ciento, Canadá 6.80 por ciento, España 6.81 por ciento, Estados Unidos 7.11 por ciento y México 7.80 por ciento.
El organismo refirió que se registraron caídas en la inflación entre octubre y noviembre del año pasado en 25 de los 38 países de la OCDE.
Resaltó que la inflación energética siguió cayendo en la OCDE hasta el 23.9 por ciento en noviembre, tras el 28.1 por ciento de octubre, alcanzando su tasa más baja desde septiembre del 2021.
No obstante, se mantuvo por encima del 10 por ciento en 34 de los 38 países del organismo y por encima del 30 por ciento en 14 de ellos, acotó.
Señaló que la inflación energética disminuyó en la mayoría de los países de la OCDE, aumentando sólo en la República Checa, Finlandia, Eslovenia y Suecia.
En tanto, la inflación de alimentos se mantuvo estable en 16.1 por ciento en noviembre del año pasado, mientras que la inflación sin alimentos y energía se redujo marginalmente a 7.5 por ciento en noviembre, desde el 7.5 por ciento en octubre.
La OCDE apuntó que entre los países del Grupo de los Siete (G7), la inflación disminuyó en Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos y sólo mostró pequeños cambios en los demás países.
Refirió que la inflación de los alimentos y la energía siguió siendo el principal contribuyente a la inflación general en Francia, Alemania, Italia y Japón, mientras que la inflación sin alimentos ni energía fue el principal impulsor de la inflación en Canadá, el Reino Unido y Estados Unidos.
AM