México ha encontrado aliados inesperados en su intento de limitar las importaciones de maíz modificado genéticamente: algunos agricultores estadounidenses que lo cultivan.
Durante décadas, los agricultores han plantado maíz transgénico, que protege contra insectos y herbicidas, con semillas vendidas por empresas como Bayer, Corteva y Syngenta de ChemChina.
Sin embargo, como creyentes en un mercado libre, algunos dicen que Estados Unidos debería aceptar vender a México maíz no transgénico, en lugar de profundizar una disputa comercial por la propuesta, y señalan que podrían ganar una prima por cultivar más maíz convencional.
"Estoy totalmente a favor del comercio libre y justo", dijo Fred Huddlestun, quien cultiva maíz y soya transgénicos en Yale, Illinois. "Cuando llegan al punto de empujar a alguien a comprar algo que no quiere, entonces me preocupa".
México es el mayor comprador de maíz estadounidense y las restricciones propuestas amenazan con interrumpir parte de los casi cinco mil millones de dólares de maíz que Estados Unidos envía a México anualmente, o 95 por ciento de las importaciones totales de maíz de México.
En febrero, México anunció que prohibiría el maíz modificado genéticamente para consumo humano, dando marcha atrás respecto a planes anteriores que enturbiaban el futuro de las importaciones para alimentación del ganado, destino de la gran mayoría del maíz importado.
Los partidarios de esta iniciativa afirman que el maíz modificado genéticamente puede contaminar las variedades autóctonas milenarias de México y han cuestionado su impacto en la salud humana.
El Gobierno de Biden afirma que las restricciones violarían el Tratado entre Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) y el mes pasado solicitó consultas comerciales con México en el primer paso formal hacia una solicitud de un panel de solución de controversias en virtud del pacto. Responsables estadounidenses se reunieron con sus homólogos en México la semana pasada.
Se espera que la restricción propuesta por México al maíz para consumo humano afecte a las importaciones de maíz blanco, utilizado principalmente para tortillas, según un informe del Departamento de Agricultura estadounidense.
El titular de Agricultura, Tom Vilsack, declaró el 30 de marzo que espera que el Gobierno "obligue en última instancia" a México a dar marcha atrás en la medida. En su opinión, las restricciones no están respaldadas por las investigaciones científicas y no se ajustan a una relación comercial basada en normas.
Grupos industriales como la Biotechnology Innovation Organization (BIO), que representa a las empresas de biotecnología, y la National Corn Growers Association (NCGA) han presionado a las autoridades estadounidenses para que se opongan a las propuestas de México.
México está estableciendo una "distinción de seguridad" entre el maíz utilizado para la alimentación humana y el utilizado para la alimentación animal sin justificación científica material, dijeron los grupos a Biden en una carta en la que elogiaban el paso dado por Washington hacia un panel de conciliación.
El martes, BIO indicó que Estados Unidos debería iniciar el proceso de disputa formal "sin demora" si las consultas no producen un resultado basado en pruebas científicas.
Pero algunos agricultores estadounidenses afirman que Estados Unidos debería dar marcha atrás.
La NCGA parece empeñada en "hacer tragar a nuestros socios comerciales posibles cereales no deseados", escribió en Twitter Matt Swanson, un agricultor que cultiva maíz no modificado genéticamente.
Empresas como Bayer han gastado cientos de millones de dólares en desarrollar cultivos transgénicos y defender la seguridad de los alimentos modificados genéticamente. Cuatro empresas venden más del 75 por ciento de las semillas de maíz y soya, según datos citados por el Departamento de Agricultura estadounidense.
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