A tres años de la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), analistas consultados por La Razón consideran que el balance es positivo, prácticamente por “default” y se lleva la corona por haber sido el “salvavidas” de la economía nacional durante la pandemia de Covid-19 y por potencializar los beneficios del nearshoring.
Sin embargo, advierten que el “foco rojo” del T-MEC está en las imposiciones ideológicas, sobre todo por parte de México, lo que ha provocado consultas, diferendos y litigios innecesarios en el acuerdo, que podrían ocasionar un “cortoplacismo” del nearshoring al ahuyentar inversiones por no respetar las reglas.
Opinaron que hay tareas pendientes y, una que viene desde el TLCAN, es “bajar” sus beneficios a la microeconomía, es decir, a la mayor parte de la población.
Asimismo, los expertos consideran que la política de liberalización comercial siempre quedará limitada, de no ir acompañada de una estrategia de desarrollo industrial a largo plazo.
Abrió nuevas oportunidades
El docente de la Escuela Bancaria y Comercial, Ramón Martínez Juárez, expuso que el T-MEC ha sido muy positivo para México en materia económica y abrióventanas para el nearshoring.
“Por parte de México, los desacuerdos han sido muy desafortunados, porque han sido llevados más por un tema de orientación política, que comerciales. Eso ha llevado a una serie de diversos incumplimientos innecesarios en materia laboral, comercial, de inversión y ambiental”, estimó.
Afirmó que existen “focos rojos” en acciones que politizan el T-MEC y van en contra de una relación amigable y complementaria; “seguramente continuarán las controversias”, dijo.
Martínez subrayó que por el T-MEC y, ahora, por el nearshoring, México ha salido avante en política macroeconómica. “Y podrá seguir así frente a un entorno retador como el que hoy tenemos, si aprovechamos el nearshoring en donde el T-MEC es punta de lanza para dar continuidad a estar inversiones, siempre y cuando se acaten las reglas”, sostuvo.
El investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Moritz Cruz, señaló que el balance del acuerdo es positivo, porque el comercio fluye por si solo de manera adecuada; prácticamente “por default”.
Consideró central analizar el trasfondo de los desacuerdos de Estados Unidos, donde, por ejemplo, en el caso del maíz transgénico, los productores mexicanos están en desventaja frente a los estadounidenses ante los importantes subsidios que reciben por parte de su gobierno “y eso también es competencia desleal”.
Diferencias
A tres años de vigencia del T-MEC, la coordinadora de Mercado Laboral y Comercio Exterior del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), Ana Bertha Gutiérrez, coincidió en que el recuento es alentador.
Destacó que este último año del acuerdo ha sido “ríspido y complicado”, ya que inició con la solicitud de consultas para México en materia energética, fase en la que no se llegó a ningún consenso, por lo que se mantiene el fantasma de escalar a un grado más contencioso a través de un panel de solución de controversias.
Entre los pendientes a resolver, dijo, está el tema de la prohibición de alimentos biotecnológicos, a partir de que México prohibió el ingreso de maíz transgénico para consumo humano procedente de Estados Unidos, y para 2024 busca cerrar las fronteras en su totalidad.
Pese a ello, la experta consideró que “el balance en estos tres años es bueno. Mantenemos está relación de manera eficiente y estrechas con los dos socios y tenemos una buena base para aprovechar oportunidades como en nearshoring y atraer más inversiones para modernizar nuestra economía”.
Empero, advirtió que por sí solo el TMEC no podrá “jalar la totalidad de la economía; sino que es necesario una política interna adecuada para dar certidumbre jurídica a los nuevos inversores, además de fortalecer el mercado interno.
El jefe técnico de la negociación del T-MEC, Kenneth Smith, afirmó que el acuerdo es clave para lograr crecimiento y desarrollo sostenible del país.
No obstante, resultará insuficiente si no está acompañado de esquemas, como lo hacen Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos: una política de desarrollo industrial a largo plazo.