La calificadora de riesgo HR Ratings destacó que la sequía que se registra en México es preocupante y puede generar riesgos en la operación de las empresas.
La agencia señaló que durante la primera quincena de marzo de 2024, 163 municipios observaron una sequía extraordinaria, cifra alarmante en comparación con el reporte del mismo periodo del 2016, en el que ningún municipio se encontró en ese nivel, de acuerdo con el Monitor de Sequía en México de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En el análisis “Estrés hídrico y sus principales causas en México”, la calificadora HR Ratings refirió que es relevante que tanto el sector público como el privado hagan inversiones para mejorar la eficiencia del agua y así minimizar los riesgos que la escasez de dicho recurso vital pueda causar.
“La falta de agua puede tener impacto en la operación de las empresas y el sector agropecuario, lo que conlleva riesgos en la seguridad alimentaria, y además significa un menor porcentaje de la población con acceso a este recurso, que es una necesidad humana”, destaca.
Cifras retomadas por la agencia mencionan que en el país el principal grupo consumidor de agua es el sector agropecuario, el cual consume 76 por ciento del agua disponible; mientras que el abastecimiento público se ubica en segundo lugar con el 14 por ciento.
Refiere además, que el crecimiento de la población tiene un impacto directo en el estrés hídrico debido al aumento de personas a las cuales se les debe abastecer dicho recurso, así como el incremento en el uso de agua en otras industrias.
En el último mapa de la Conagua se muestra que gran parte del territorio mexicano presenta niveles de D3 (sequía extrema) y D4 (sequía excepcional). Esto revela el problema que vive el país en cuanto a la falta de agua ya que en comparación con el año 2016, sólo algunos municipios padecían este fenómeno.
Hoy, únicamente 396 municipios de los dos mil 430 analizados se encuentran sin sequía, mientras que en 2016 esta cifra era de mil 670.
Lo anterior, reflejó que en 11 entidades del país, 100 por ciento de sus municipios presentaron algún grado de sequía. Así, los estados de Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Veracruz tuvieron un nivel de sequía excepcional.
El país contaba con un promedio de estrés hídrico de 31.3 por ciento de 2010 a 2017 y se muestra un fuerte incremento en 2018 hasta un nivel de 44.5 por ciento. Este dato es alarmante, señala el documento, debido a que México está cerca de contar sólo con la mitad del agua disponible para satisfacer todas las necesidades de una población en crecimiento.
Preocupa estrés hídrico
El estrés hídrico a nivel global es una preocupación creciente debido al aumento de la demanda de agua para uso humano, industrial y agrícola. Este problema se manifiesta en la escasez de agua dulce en diversas regiones del mundo, lo que puede llevar a conflictos por el acceso al agua y a la degradación de ecosistemas acuáticos.
Los factores que contribuyen al estrés hídrico incluyen el crecimiento de la población, la urbanización, la contaminación del agua, la sobreexplotación de recursos hídricos y el cambio climático.
De acuerdo con el Banco Mundial, en 2023, se estimó que la población total de la Tierra fuera de alrededor de ocho mil 21.2 millones de personas. Esto representó un crecimiento de 15 por ciento con respecto a la población estimada en 2010. Asimismo, el Banco Mundial proyecta para 2030 un crecimiento de 6.2 por ciento con respecto a 2023.
Para la población mexicana, estimó una cifra de alrededor de 129.4 millones de personas en 2023, lo cual representó 1.6 por ciento de la población global.
Y para 2030, el Banco Mundial proyecta que el país tenga un crecimiento anual de 1.6 por ciento, por lo que la población cerraría en 134.5 millones de habitantes.
Además, este fenómeno, va de la mano con el cambio climático, ya que están fuertemente relacionados. Lo anterior, principalmente, por los cambios en los patrones de precipitación, que causan que los periodos de sequías sean cada vez más largos y las precipitaciones más intensas causando mayores inundaciones.
Esto tiene un impacto con la disponibilidad de agua dulce en las áreas afectadas, lo cual podría poner en riesgo la salud y la seguridad alimentaria de la población.