Como lo prometió, el gobierno de Estados Unidos anunció que a partir del 27 de septiembre se comenzará a aplicar los fuertes aumentos arancelarios del 100 por ciento sobre los vehículos eléctricos chinos, del 50 por ciento sobre las células solares y del 25 por ciento sobre el acero, el aluminio, las baterías de vehículos eléctricos y minerales clave.
Lo anterior, con el fin de fortalecer las medidas de protección para las industrias nacionales estratégicas frente al exceso productivo impulsado por el país asiático.
En un comunicado, la oficina Representante Comercial de Estados Unidos (USRT, por sus siglas en inglés) señaló que las modificaciones arancelarias propuestas en mayo pasado se actualizaron tras una investigación de la Sección 301 de las Leyes, Políticas y Prácticas de la República Popular China (RPC) relacionadas con la Transferencia de Tecnología, la Propiedad Intelectual y la Innovación luego de la revisión de más de mil 100 comentarios del público sobre las prácticas comerciales desleales de China.
Explicó que las actualizaciones consisten en otorgar nuevos plazos y tasas para los aranceles sobre mascarillas faciales, guantes médicos, agujas y jeringas; una exclusión para jeringas enterales.
Además, de una propuesta sobre la cobertura de líneas arancelarias adicionales de tungsteno, obleas y polisilicio; una exclusión para las grúas de barco a tierra ordenadas antes del 14 de mayo de 2024; una expansión del alcance del proceso de exclusiones de maquinaria para incluir cinco líneas arancelarias adicionales; y la modificación de la cobertura de las exclusiones propuestas para equipos de fabricación solar.
"Los aumentos arancelarios finalizados hoy apuntarán a las políticas y prácticas dañinas de la República Popular China que continúan afectando a los trabajadores y las empresas estadounidenses", dijo la embajadora Katherine Tai .
Comentó que estas actualizaciones no reflejan una mayor consideración a China, que aunque había cambiado algunas medidas “injustas”, las prácticas dañinas de transferencia forzada de tecnología del Estado chino, en particular su robo cibernético y espionaje industrial, han continuado y, en algunos casos, empeorado, afirmó.
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