Este jueves Mauricio Flores escribe en su columna para La Razón, que se titula Gente Detrás del Dinero, que “sin maíz no hay país, cierto”.
Y agrega: “México llegará a un récord histórico de importación de maíz para uso pecuario e industrial —el amarillo, en su gran mayoría de origen transgénico— que alcanzará cerca de 23.7 millones de toneladas métricas; de maíz blanco de consumo humano, el país es autosuficiente con una producción que apunta a ser superavitaria…, pero que será motivo de un intenso conflicto con los productores de Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Veracruz, pues el precio internacional —dada la producción también extraordinaria en Estados Unidos— está por los suelos: unos 4,500 pesos por tonelada cuando el precio de garantía es de 7,500 pesos”.
Ello, advierte Mauricio Flores, exigirá a las exiguas arcas, extraer unos 10 mil millones de pesos para atajar protestas, bloqueos carreteros y otros conflictos. Un dinero que obviamente no está disponible.
Señala que pese a la sequía y a la creciente inseguridad en el campo, la producción de maíz blanco ha sido sostenible durante lustros. En el sexenio pasado las políticas de distribución de fertilizantes y estímulos, que aplicó la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en la gestión de Víctor Villalobos —se distribuyó más de un millón de toneladas de fertilizantes en decenas de miles de vehículos, que también apoyaron el envío de apoyo a los productores—, permitió expandir la siembra de maíz blanco, que a su vez se transmite en un precio accesible de tortillas y alimentos derivados a los consumidores en las ciudades grandes y medias…, pero que —en su envés— presiona a la baja del precio que recibe el productor.
“Algo similar se verá con el frijol donde, gracias a las lluvias, se producirán cerca de medio millón de toneladas de excedentes al consumo nacional… lo que pese a lo explosivo del asunto, puede permitir acuerdos de industrialización y exportación del mismo.
“En cuanto al maíz amarillo, la historia es diferente. La desactualización tecnológica en México —provocada por un atavismo tan persistente como neófito— impide el cultivo del mismo pese a no existir una sola (una sola) prueba científica que genere daños a la salud humana o deterioro al entorno natural. De ahí la monumental importación de maíz amarillo para alimentar pollos, cerdos, reses y/o producir aceites, edulcorantes, almidones y hasta cosméticos”.
Y agrega que la chamánica negativa mexicana al uso de transgénicos ya resucitó el conflicto con Estados Unidos, pues el mismísimo primero de octubre una veintena de congresistas enviaron otra misiva a Katherine Tai, representante comercial estadounidense, y al secretario de Agricultura, Tom Vilsak, exigiendo tomen nuevamente cartas en el asunto pues genera incertidumbre entre los granjeros de su país, que exportan 5 mil millones de dólares del grano a México, situación que rompe las reglas del T-MEC.
“Así que el problema no es la ‘autosuficiencia alimentaria’, pues no hay país que lo sea al 100% pese a esa vieja y autárquica consigna. Lo problemas para los mexicanos de este tiempo, señala el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, que dirige Juan Carlos Anaya, son de ‘seguridad alimentaria, al producir menos del 75% que se requiere, como: maíz 50%, trigo 35%, arroz 20%, cerdo 52%, entre otros’ y requieren divisas que permitan financiarlo.
“En los años 60 del siglo pasado, ante el agotamiento del modelo del ‘milagro mexicano’ se suscitó una grave crisis de productividad agrícola que desequilibró la balanza comercial y derivó en un desbasto y altos precios que acicatearon la rebelión de las clases medias urbanas en 1968… y luego en una serie de crisis económicas.
“Hoy, 56 años después, este país y el mundo es otro. Le toca a Julio Berdegué, al frente de Sader, actuar en consecuencia”, se lee en Gente Detrás del Dinero.
En otro tema, Mauricio Flores nos dice que fue bien recibido el mensaje presidencial del martes de que será bienvenida la inversión privada en Pemex, siempre y cuando las empresas den condiciones laborales adecuadas y haya un compromiso con el medio ambiente. Pero esto no significa que México regrese a las rondas petroleras, ni tampoco a las prácticas de fracking, que impulsaron funcionarios de Pemex como Gustavo Hernández García, director de PEP en el gobierno de Peña Nieto, y quien sigue buscando tener un lugar de influencia en la nueva dirección general de Víctor Rodríguez Padilla.
Hernández García, dice el columnista, ha comenzado a incomodar por sus recomendaciones sesgadas hacia las compañías con las cuales ha trabajado en los últimos años. ¿Plan con maña o sospechosismo extremo?
Pero quienes conocen a Rodríguez Padilla saben que no se embelesa con el canto de las sirenas y que sabrá actuar conforme a su nueva responsabilidad para evitar que Pemex quede secuestrada por los intereses de corporativos que saborean el beneficio que les dejará la débil situación de la paraestatal, escribe Mauricio Flores.
Y en más información, el columnista nos comenta que el martes tomó cargo Mauricio Tabe por segunda ocasión como alcalde de la Miguel Hidalgo, la alcaldía con mayor peso y tracción económica del país y no se diga de la CDMX. Ganó por un trabajo sistemático y enfocado hacia las necesidades reales de todas las personas de todos los estratos sociales, con especial inclinación hacia las colonias populares con una visión sostenible de capital. La oposición tiene futuro en la capital.
Y, por último: “Salió en definitiva el muy cuestionado director de administración del Instituto Mexicano del Seguro Social, Borsalino González, y sería sustituido por Emma Luz López Juárez que lleva la dirección de recursos materiales en la Secretaría de Salud capitalina. ¡Sopas!”.
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FGR