En el marco de la conmemoración de la toma de posesión de Donald Trump como el 47º presidente de los Estados Unidos, General Motors (GM) recordó la historia de uno de los vehículos más emblemáticos de la historia presidencial: la limusina conocida como “La Bestia”, un automóvil que, según la empresa, se ha convertido en símbolo de lujo y protección.
De acuerdo con el artículo Homenaje a La Bestia de GM, los presidentes de los Estados Unidos han viajado en vehículos Cadillac durante más de un siglo.
El vínculo entre la marca y la Casa Blanca comenzó en 1919, cuando el presidente Woodrow Wilson utilizó un Cadillac Serie 53 1916 durante un desfile en Boston para celebrar el fin de la Primera Guerra Mundial.
Aunque otros fabricantes también han suministrado vehículos presidenciales, la relación con Cadillac ha sido longeva, con modelos como los convertibles “Queen Mary” y “Queen Elizabeth” que transportaron a presidentes como Roosevelt, Truman y Eisenhower en la década de 1930.
La transformación hacia lo que hoy conocemos como “La Bestia” comenzó con la limusina utilizada por el presidente George W. Bush en 2001.
Esta versión fue especialmente diseñada por GM, en colaboración con el Servicio Secreto de los Estados Unidos, para cumplir con rigurosos estándares de seguridad y protección. El automóvil mantuvo los distintivos elementos del diseño del Cadillac DeVille, pero fue adaptado para responder a las exigencias de la seguridad presidencial.
Una versión modernizada, denominada “Cadillac One”, hizo su debut en 2009 con la llegada del presidente Obama.
Esta limusina estaba inspirada en el Cadillac DTS, y fue rediseñada para incluir avanzadas características tecnológicas y de protección. La versión más reciente, inspirada en el modelo Cadillac CT6, fue presentada en 2018 durante un viaje del presidente Trump a Nueva York.
Trump, quien ha expresado su cariño por la marca Cadillac, recordó en un discurso en septiembre pasado cómo su padre, Fred Trump, tenía una preferencia por estos vehículos.
Según el artículo de GM, el presidente mencionó: “Aprendí mucho de él, y le encantaban los Cadillac. Su mayor lujo en la vida era conseguir un Cadillac nuevo, azul oscuro, cada dos años”.
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