En plena Cuaresma, hasta 59 por ciento de los productos marinos que ofrecen pescaderías, restaurantes y supermercados en la Ciudad de México y Mérida es fraudulento, ya que engañan al consumidor al venderles especies sustitutas de menor precio, pero que siguen cobrando hasta tres veces más caras.
De acuerdo con el estudio denominado Gato por Liebre, elaborado por la organización Oceana, las muestras se tomaron en la Ciudad de México y en Mérida. En promedio, las pescaderías son las que cometen el mayor fraude con 54 por ciento de la sustitución del producto ofrecido al consumidor, seguidas por restaurantes con 40 por ciento y los supermercados con 11 por ciento.
En el caso específico de la Ciudad de México, las pescaderías cometen el mayor fraude al sustituir 59 por ciento del producto, 40 por ciento los restaurantes y 9.0 por ciento los supermercados.
Mientras que en Mérida, Yucatán, las pescaderías engañan al consumidor con el 43 por ciento de los pescados y mariscos, 31 por ciento los restaurantes y 17 por ciento los supermercados.
Los comerciantes venden pescado chino como si fuera mexicano, por lo que especies como tiburón puntas negras, tiburón grácil y tiburón azul son vendidas como supuesto cazón y bacalao.
Asimismo, el pescado basa, que es importado principalmente de Vietnam y China, se vende como corvina y lenguado, especies nacionales de pesca silvestre; mientras que el huachinango es sustituido con bagre, cuyo valor económico puede llegar a ser tres veces menor.
Con base en datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), el precio del kilogramo de bagre es de 76.80 pesos, contra el del huachinango que se ubica entre 210 y 282 pesos, es decir, lo venden 267 por ciento más caro.
En el caso del marlín, es importante destacar que es una especie reservada para la pesca deportiva, y la comercialización se encuentra prohibida, por lo que en realidad lo que se vende es atún aleta amarilla o tilapia, o en su defecto, si es original, llegó al consumidor final de manera ilegal.
Por lo anterior, Oceana expuso que la sustitución de especies del mar es una problemática que persiste en México y que cualquier persona que acuda a un restaurante, pescadería o supermercado puede ser sujeta de engaño al momento de comprar pescado.
Explicó que la sustitución de especies sucede en tres momentos, el primero es con los comerciantes, quienes venden una especie de menor valor bajo el nombre de una especie más cara.
En segundo lugar, se presenta la comercialización de una especie de importación o de acuicultura como si fuera una especie capturada en mares mexicanos y en tercer lugar, ofrecen especies en peligro de extinción o capturadas de manera ilegal, como es el caso del marlín.
Además, Oceana subrayó que la sustitución de pescados afecta desde tres frentes: a los consumidores porque no pueden elegir libremente lo que compran, a los pescadores mexicanos, quienes compiten con productos nacionales frente a los de importación legal e ilegal, y a los mares, porque se desconoce qué, cómo y cuánto se pesca.
Por lo anterior, urgió a la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) a evitar “que nos sigan dando ‘gato por liebre’. Sólo tiene que aprobar la Norma de Trazabilidad que tiene lista desde 2019”.
Oceana aseguró que con la Norma de Trazabilidad los consumidores podrían saber el recorrido del pescado del barco al plato, los pescadores tendrían más oportunidades para la venta de su producto y los mares, mayor protección frente a la pesca ilegal.
Agregó que la sustitución de especies trae otro problema de repercusiones realmente trascendentes en diversos ámbitos: la pesca ilegal. En México esta situación representa una enorme amenaza pues casi el 40 por ciento de la pesca podría provenir de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.