El aumento en las tasas de interés del mercado no se trata de otra cosa que de una política monetaria de la que echa mano el Banco de México para intentar frenar de una vez la elevada inflación que, en el mes de julio, ya superó la barrera del 8 por ciento.
Está claro que estas medidas dispuestas por el gobierno, si bien se supone buscan beneficiar a la población, también están acompañadas de efectos secundarios que podrían acabar generando perjuicios para sus ciudadanos.
Para entender esta relación, es importante saber que el Banxico cuenta con la llamada tasa de referencia, es decir, la tasa de interés que el Banco de México aplica a las operaciones de crédito que realiza con los bancos del sistema financiero y que es utilizada como una herramienta para aplicar su política monetaria.
Se la denomina tasa de referencia ya que es usada como base para que los demás bancos establezcan las tasas de interés que regirán sus operaciones de crédito y préstamos de dinero. En simples palabras: cuando el Gobierno pretende, por ejemplo, incentivar el crecimiento económico, baja la tasa de referencia; de esta forma, las entidades financieras también reducirán sus tasa de interés y la gente tendrá dinero a disposición de una forma más accesible para realizar compras u operaciones comerciales, lo que activa la industria y el comercio.
Por el contrario, como sucede en este momento, si lo que se pretende es reducir la inflación, el Banxico elevará la tasa de referencia, lo que implica una alza en las tasa de interés de las entidades financieras, reduciendo el consumo -por falta de fondos accesibles a la población- lo que implicaría una baja en la inflación.
La otra cara del aumento en la tasa de referencia
Ahora bien, la aplicación de este tipo de medidas puede poner en una situación riesgosa a quienes tienen el hábito de realizar consumos financiados o a crédito, principalmente si esas operaciones son a tasa variable, ya que el incremento del Banxico, tarde o temprano se trasladará a los créditos ofrecidos a los ciudadanos.
Muchos analistas financieros miran con preocupación el hecho de que, en un corto plazo, la política monetaria puede provocar una elevación en los índices de morosidad de los mexicanos.
Esto sucede en un momento en el que muchas personas utilizan distintas modalidades de crédito para poder realizar compras a las que no podrían acceder únicamente con sus fondos disponibles. Tan solo en el último año, el crédito al consumo creció 12.45%, especialmente presionado por los aumentos registrados por las tarjetas de crédito (37.7%, créditos de nómina (27.7%) y créditos personales (16.7%).
Se considera que el aumento en la morosidad se dará por un simple motivo: si las personas eligieron financiar compras, es normalmente porque no les alcanzaba con su dinero para realizarlas. Así, un incremento en las tasas de interés va a significar que las cuotas que tengan que devolver periódicamente también se eleven, recortando aún más sus presupuestos.
lem.