La Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) subió por tercera ocasión consecutiva la tasa de interés para ubicarla en 4.75 por ciento, su mayor nivel desde agosto del 2020. La decisión de política monetaria mostró que el único voto disidente fue el del subgobernador Gerardo Esquivel, ya que a diferencia de los últimos anuncios, Galia Borja coincidió con la mayoría de los integrantes.
Analistas afirmaron que el incremento en la tasa no sorprendió al mercado, pues era esperada; sin embargo, lo relevante fue quiénes votaron a favor del aumento de 25 puntos base. Alejandro Saldaña, economista en jefe de Grupo Financiero Ve por Más (Bx+), destacó que la “Junta se inclina hacia la prudencia”.
Expresó que al igual que en las dos decisiones previas, el aumento en la tasa objetivo se decidió por mayoría. La diferencia fue que, en esta ocasión, se contaron cuatro votos a favor por uno en contra, cuando anteriormente fueron tres contra dos, siendo el subgobernador Esquivel quien volvió a oponerse.
Ricardo Aguilar, analista de Invex, comentó que será en las minutas de esta reunión, a publicarse el 14 de octubre, cuando se conozcan las razones por las cuales el subgobernador Esquivel aún considera, de forma oficial, que no es necesario alterar el nivel de la tasa de interés de referencia, a pesar de mayores riesgos inflacionarios y un posible deterioro en las expectativas de mediano plazo.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico-Financiero de Banco Base, calificó como “sorpresa” la decisión de la subgobernadora Galia Borja. “Con el alza en la expectativa de inflación por parte de Banco de México y con cuatro de cinco miembros de la Junta de Gobierno votando esta vez por alza, sube la probabilidad de otra alza más en este año”, anticipó.
Banxico explicó que subió la tasa de interés, luego de que los pronósticos de inflación general y subyacente se revisaron al alza en relación con las publicadas previamente, considerando las características de los choques que las han afectado. Los mayores aumentos corresponden a los pronósticos de corto plazo.
Para el cierre de año, proyectó que la inflación general se ubique en 6.2 por ciento, desde 5.7 por ciento previsto anteriormente; mientras que la subyacente se incrementó a 5.3 por ciento desde 5.0 por ciento para finales del 2021. Para 2022, mantuvo el estimado del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) en 3.4 por ciento, aunque sería hasta el tercer trimestre del 2023 cuando estaría más cerca del objetivo del Banxico.
Al respecto, Luis Adrián Muñiz, especialista en economía mexicana de Vector Casa de Bolsa, precisó que las trayectorias para los siguientes cinco trimestres se deterioraron, reflejando el complejo contexto inflacionario que se vive, respaldando un balance de riesgos para la inflación que va en aumento.
Entre los riesgos al alza en sus escenarios, Banxico indicó que serían presiones inflacionarias externas, de costos, persistencia en la inflación subyacente, depreciación cambiaria y aumentos de precios agropecuarios; mientras que a la baja se encuentran la ampliación de la brecha negativa del producto, mayor distanciamiento social y apreciación cambiaria.
Los analistas resaltaron el incremento de precios sobre todo de los energéticos como principal preocupación para la inflación. Franklin Templeton, operadora de fondos de inversión, dijo que esta situación cobra más relevancia para los mercados, pues justo va a empezar octubre, mes en que aumenta la demanda y se requiere del uso de reservas de petróleo hasta marzo.
“Si bien se prevé que los choques que han incidido en la inflación sean transitorios, por la diversidad, magnitud y el extendido horizonte en el que la han afectado, pueden implicar riesgos para la formación de precios y las expectativas de inflación. A fin de evitar dichos riesgos se consideró necesario reforzar la postura monetaria”, apuntó.
Agregó que en las siguientes decisiones de política monetaria la Junta de Gobierno del Banxico evaluará los factores que inciden en la trayectoria prevista para la inflación y en sus expectativas, a fin de que la tasa de referencia sea en todo momento congruente con la convergencia ordenada y sostenida de la inflación general a la meta, propiciando un ajuste adecuado de la economía y de los mercados financieros.