BBVA México elevó su previsión de crecimiento económico para este año, de 4.7 por ciento a 6.3 por ciento, ya que detectó que la actividad productiva se recupera a un ritmo mayor al anticipado, impulsado principalmente por el sector externo.
Para el próximo año también hubo un ajuste al alza de crecimiento económico, de 2.8 por ciento, a 3.0 por ciento.
Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA México, recalcó que aunque se cumpla su estimación del crecimiento económico, la tasa no será suficiente para revertir los daños de la pandemia de COVID del año pasado, porque aún faltarían dos puntos y medio porcentuales, los cuales se prevén lograr hasta el segundo trimestre de 2022.
Detalló que hay componentes que se recuperan a velocidades más rápidas, como las importaciones y exportaciones, así como el consumo interno; pero hay un rezago en la inversión privada y pública.
El experto destacó que el componente del Producto Interno Bruto (PIB) que mejor dinamismo ha mostrado es la manufactura, en particular la orientada a las exportaciones, la producción industrial, con una recuperación importante casi a los niveles previos a la pandemia; pero la construcción está más lenta, por la cancelación de permisos.
“El país en 2020 retrocedió 12 años, regresamos a los niveles que teníamos en 2008. Vimos un retroceso importante de la economía, desde el tercer trimestre de 2020 vimos una recuperación, pero es incompleta. Hay que tomar una serie de medidas que fomenten la inversión para alcanzar los niveles de PIB que veníamos viendo”, instó.
Carlos Serrano aseguró que el país está en una coyuntura muy positiva para poder atraer inversión, porque hay capital del este de Asia, China, Taiwán y Vietnam se está reduciendo, porque algunas empresas que atienden a Estados Unidos prefieren tener más cerca la cadena de suministros de insumos para reducir riesgos de disrupciones, y México debería ser un país que pueda capturar en buena medida este cambio estructural.
Para aprovechar lo anterior, manifestó que es necesario ofrecer certeza jurídica a los inversionistas y garantizar que “las reglas no cambiarán a mitad del juego”, así como un cambio en la política energética, ya que el empresariado global apuesta por aquellos países que fomentan las energías renovables.
"Mientras el espacio fiscal para que el Gobierno invierta sea limitado, actualmente de 2.7 por ciento del PIB, cuando antes llegaba hasta 6.0 por ciento; se debe abrir espacio a mayor capital privado o público-privadas", señaló.