En junio de este año, la inflación de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se ubicó en 10.3 por ciento anual, su mayor aumento desde junio de 1988, mientras que la de México se ubica entre el tercio de países con tasas más bajas, apoyada por bajos precios de los energéticos debido sobre todo a los subsidios a las gasolinas.
El organismo internacional señaló que la inflación anual en junio sigue viéndose afectada por los precios de los alimentos y la energía y se aceleró en todos los países respecto al 9.7 por ciento en mayo pasado, excepto en Alemania, Japón y los Países Bajos.
Alrededor de un tercio de los países de la OCDE registraron una inflación de dos dígitos, con la tasa más alta registrada en Turquía de 78.6 por ciento, Estonia 21.8 por ciento, Lituania 21 por ciento, Letonia 19.3 por ciento, República Checa 17.2 por ciento.
Mientras que la tasa más baja se registró en Japón, de 2.4 por ciento, seguido de Suiza 3.4 por ciento, Israel 4.4 por ciento, Francia 5.8 por ciento y Corea 6.0 por ciento, refirió.
En el caso de México, se ubicó entre el tercio de países de la OCDE con las menores tasas de inflación, al alcanzar el 8.0 por ciento en junio de este año, frente al 7.7 por ciento observado en mayo, debido al alza sobre todo de los precios de los alimentos de 13.6 por ciento, desde 12.5 por ciento.
En contraste, los precios de los energéticos en México pasaron de 6.4 por ciento en mayo a 5.8 por ciento en junio, la tasa más baja entre los 38 países que integran la OCDE, debido a los subsidios que está otorgando el Gobierno para mantener bajos los precios de las gasolinas.
Al respecto, Grupo Financiero Ve por Más (Bx+) estimó que la inflación en México alcanzará su pico en agosto de este año, en un nivel alrededor de 8.25 y 8.30 por ciento anual, para luego empezar a descender, en la medida de que solucionen los cuellos de botella en la producción y la reducción parcial en los precios de algunas materias primas.
El economista en Jefe de Bx+, Alejandro Saldaña, consideró que, si la demanda interna y externa se empieza a debilitar, entonces la inflación empezará a bajar con mayor claridad en el cuarto trimestre de 2022, aunque aún se mantendría bastante elevada, para cerrar el año en 7.40 por ciento y en 2023 en 4.4 por ciento.
“La inflación estaría todavía arriba de la meta del Banco de México el siguiente año, aun asumiendo que esta se va a desacelerar”, añadió el economista durante el webinar Tendencias Bx+ al cierre del primer semestre y perspectivas.
Por su parte, de acuerdo con el “Monitor de la Inflación Global” de la empresa de investigación Ipsos, en México, la gran mayoría considera que será un año con precios al alza. Un 37 por ciento espera un aumento significativo, mientras que otro 41 por ciento de los encuestados previene un aumento moderado.
Aunque en general los mexicanos no están preocupados en pagar sus cuentas y mantener su estilo de vida, un alto porcentaje está preocupado por el aumento en el costo de la comida (78 por ciento), seguido por el aumento en el precio de la gasolina (75 por ciento).
Otra preocupación importante para los mexicanos es el aumento de las tasas de interés crediticias, donde 24 por ciento considera que se elevaran de manera importante, y otro 50 por ciento espera que suban al menos un poco.
En México, los encuestados consideraron que, si con el aumento de precios ya no pudieran mantener su estilo de vida, el 59 por ciento reduciría gastos en actividades sociales y el 50 por ciento pospondría compras importantes, tales como muebles o autos, tratando de mantener el estilo de vida.
En cuestión de aumento de precios en general y de pago de impuestos, los mexicanos encuestados se muestran pesimistas al respecto, seis de cada 10 considera que subirán en los próximos seis meses.
Más del 60 por ciento de los encuestados en promedio, dicen que los aumentos de precios en la compra de alimentos tendrían el impacto más negativo en su calidad de vida, seguidos por el 51 por ciento que dice lo mismo sobre el costo de los servicios públicos y el 42 por ciento que dice que el aumento de los precios del combustible tendría el mayor efecto.