La relocalización de las cadenas globales o nearshoring no será un fenómeno transformador para el país como en su momento lo fue el TLCAN, de no contar con personal capacitado, energías limpias, infraestructura, logística y suficientes naves industriales.
“El riesgo no es que se detenga la inversión, sino que el monto sea menor al potencial y, por tanto, no sea algo transformador que modernice la economía nacional, como en su momento lo hizo el TLCAN”, explicó la coordinadora de Comercio Exterior y Mercado Laboral del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), Ana Bertha Gutiérrez.
Indicó que si bien las necesidades cambian en cada uno de los inversionistas, la realidad es que los factores arriba mencionados se han convertido en un común denominador.
De acuerdo con el estudio “Nearshoring, oportunidad que desafía a las entidades mexicanas”, elaborado por el Imco, Nuevo León, Sinaloa, Aguascalientes y Coahuila tienen condiciones favorables para atraer inversión relacionada con este fenómeno.
Cuentan con mejor mano de obra calificada, eficientes condiciones laborales y mejor infraestructura. Sin embargo, la disponibilidad de agua es un reto.
Por el contrario, Guerrero y Oaxaca presentan desafíos para atraer inversión, debido a una falta de mano de obra calificada, infraestructura de transporte público insuficiente y pocas instituciones de educación superior.
“En los estados de Chihuahua y en Nuevo León nos han mencionado mucho la necesidad de mano de obra capacitada para determinados puestos”, dijo.
“Es algo que se está buscando y exigiendo y que, de hecho, prevalece dentro de la industria nacional, principalmente en la manufacturera, y ahora con la llegada del nearshoring se ha visibilizado más”, expuso a La Razón.
De acuerdo con el Imco, la industria manufacturera y el comercio al por mayor se enfrentan a mayores problemas de suficiencia de personal.
En el caso de la industria manufacturera, la falta de personal en el sector es de 85 por ciento y en el comercio al por mayor, de 82 por ciento.
En la generación y distribución de energía eléctrica, agua y gas natural, así como en actividades agropecuarias, de 82 por ciento.
La especialista puntualizó que ello se suma al retroceso que México ha tenido en la generación de energías limpias, la falta de infraestructura y la necesidad de mayores metros cuadrados para las nuevas inversiones.