Algunas casas encuestadoras serias, que más allá de lo que piden sus clientes miden desde hace meses la popularidad y la aceptación de figuras del poder, ven con sorpresa que sigue creciendo la imagen de una mujer en la que pocos —si no es que nadie—, se ha fijado para la lucha sucesoria en el PAN.
Nos referimos a Margarita Zavala, la esposa del presidente Calderón, cuya imagen, conocimiento, popularidad y aceptación está muy por encima de muchos de los pretendientes azules a la contienda de 2012, incluso en algunas mediciones supera en imagen positiva al propio Calderón. Lo curioso del tema —y acaso por ello el fenómeno de márketing—, es que Margarita Zavala está muy lejos del activismo burdo, comprado, y hasta grosero que desplegó la señora Martha Sahagún, durante el foxiato.
No, el caso de la señora Zavala es diametralmente opuesto al de la señora Sahagún. “Margarita” —como le conocen sus amigos en el PAN—, es una abogada que incursionó en la política partidista incluso antes que su esposo, Felipe Calderón. Alcanzó cargos de elección popular por méritos propios y ya en el papel de Primera Dama, su perfil ha sido discreto, sereno y sensato, alejada de la estridencia del poder.
Acaso por eso, por la popularidad que le ha acarreado esa peculiar imagen positiva, por la ausencia de figuras de peso en la contienda por la candidatura presidencial del PAN, y por el fenómeno latinoamericano de mujeres presidentas —el más reciente es el de la brasileña Dilma Rousseff, pero antes gobernó su país la chilena Michelle Bachelet y actualmente gobierna Argentina Cristina Fernández—, un sector del panismo no descarta la posibilidad de que la señora Zavala sea una más de ese selecto grupo del panismo conocido como “Los 11 apóstoles”. Con una más serían 12, claro.
Y viene a cuento el tema —no por una ocurrencia y menos una ociosidad—, sino que debido a la crisis política y sucesoria que vive el PAN, algunos estudiosos del partido, dirigentes y consejeros nacionales ya empiezan la exploración de escenarios extremos, como el de ampliar el abanico de figuras para buscar la candidatura presidencial, pero que —como el caso de Margarita Zavala—, aparecen fuera del escenario debido a su papel de esposa del presidente.
Está claro que el de Margarita Zavala sería un caso extremo, pero no por eso descartable, ya que en rigor cumple con todos los requisitos para ser considerada como precandidata, además de que tendría el mayor de los méritos; el de la popularidad. Pero las posibilidades de un caso extremo se amplían aún más, si recordamos que apenas hace un par de semanas, el propio Felipe Calderón prácticamente destapó como potencial aspirante presidencial externo, al “intocable”, Juan Ramón de La Fuente.
En resumen, que nadie debe descartar que la crisis sucesoria que vive el PAN nos regalará sorpresas. Al tiempo.
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