Carlos Bravo Regidor
¿Cuáles son las condiciones que hacen posible un periodismo independiente y de interés público? ¿Cómo evitar que las libertades de prensa o de mercado se conviertan en coartadas para no regular la relación entre medios de comunicación y poderes públicos? ¿Puede la industria de las noticias servir a la ciudadanía cuando no está organizada ni funciona conforme a criterios mínimamente transparentes?
En torno a este tipo de preguntas giró la brillante conferencia que Natalie Fenton impartió durante el primer seminario internacional “El estado del periodismo y los medios”, organizado la semana pasada por el CIDE.
Profesora en Goldsmiths, Universidad de Londres, e integrante fundadora de la Coalición para la Reforma de los Medios en el Reino Unido, Fenton argumentó que la importancia de las prácticas periodísticas y los medios de comunicación en un sistema democrático demanda que las ciencias sociales se los tomen más en serio como objetos de estudio.
Su charla dio pie a un muy vivo intercambio que terminó recalando en el tema del gasto en publicidad gubernamental: en las cantidades a las que asciende, en lo que representa para las finanzas de la industria de las noticias, en la opacidad general que caracteriza la experiencia mexicana en la materia. Y es que salvo por contadas excepciones, como el informe “El costo de la legitimidad. El uso de la publicidad oficial en las entidades federativas”
(http://j.mp/1aThLqx) coordinado por Artículo 19 y FUNDAR, en México no hemos indagado a fondo, no hemos generado un cuerpo de conocimiento que vaya más allá de las especulaciones o las anécdotas con respecto al flujo de dinero público hacia los medios.
La información con la que contamos es escasa e imprecisa, pero suficiente como para formular algunas primeras preguntas de investigación.
Por ejemplo, en el anexo estadístico del Informe de Gobierno 2012-2013 hay un cuadro sobre “Gasto ejercido en servicios de comunicación social y publicidad en la Administración Pública Federal” (http://j.mp/18PZPs9, p. 20) que muestra los montos erogados para dicho rubro por cada entidad gubernamental entre 2001 y 2013.
En 2001, el total ascendió a 1.9 mil millones de pesos (mmdp); en 2003, a 3.1; en 2008, a 5.5, y en 2012, a 8.4 mmdp. ¿Cómo explicar ese crecimiento? ¿En qué medios, conforme a qué proporción y de acuerdo a qué criterios se gastó todo ese dinero?
En 2003, el presupuesto ejercido en Turismo como entidad de control presupuestario indirecto se incrementó en 5742%; en 2008, el de la Secretaría del Trabajo aumentó en 46590% y el de la Secretaría de la Defensa en 42195%; en 2009, el de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación se disparó en un 1542%; y en 2011, el de la Secretaría de la Marina creció en un 9656%. ¿A qué respondieron esos cambios tan drásticos?
Entre enero y junio de 2013, el total de gasto se contrajo en 94%. ¿Cómo han logrado sobrevivir los medios de comunicación a un recorte tan drástico en una de sus principales fuentes de financiamiento? ¿Han reducido sus costos o han encontrado otras formas de financiarse? ¿Y cómo ha impactado todo ello en sus líneas editoriales?
Bien dijo Natalie Fenton que “tan importante es que los medios de comunicación llamen a cuentas a los poderes públicos como que los ciudadanos llamen a cuentas a los medios de comunicación”.
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Twitter: @carlosbravoreg