Raymundo
PRIMER TIEMPO: Las manos que nunca fueron limpias. Durante el arranque de la campaña presidencial en 2006, el candidato del PAN, Felipe Calderón, tomó como lema y manejo de símbolos, la lucha contra la corrupción. Aparecía en spots donde mostraba sus manos limpias, en una estrategia que provocó divisiones en su equipo. La estrategia había sido concebida por Francisco Ortiz, el publirrelacionista de Vicente Fox que había sido incorporado a la campaña por su coordinadora, Josefina Vázquez Mota. Era un desastre. En el cuarto de guerra de Calderón la criticaban sistemáticamente. El tema, cuando regresara como denuncia, lo golpearía en la cabeza. En pocas semanas vieron que también era un lastre electoral. Antes siquiera de despegar la campaña, ya habían perdido 10% en las encuestas frente al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. La siguiente tanda de spots, con las manos sucias detrás de las rejas, nunca salió; se canceló. Calderón relevó a Vázquez Mota por Juan Camilo Mouriño el 7 de marzo, y a Ortiz, que fue despedido, lo remplazó José Solá. Calderón corrigió el rumbo de la campaña pero nunca entendió. Hace unos días, en la presentación ante empresarios de su fundación, Desarrollo Humano Sustentable, dijo que México no era un país de leyes, pese a “los avances de la última década”. No fue un ejercicio de autocrítica, sino una crítica al nuevo gobierno, que comenzó a reaccionar —salvo que sea una coincidencia— de manera avasalladora. En cuestión de días, explotaron en la prensa temas de corrupción no sólo durante su administración sino de personas muy cercanas a él. Su ex secretario particular, las redes de financiamiento del PAN, su entorno más cercano. ¿Quiere pelea Calderón? Deliberadamente o no, en el gobierno federal la respuesta es que la va a tener.
SEGUNDO TIEMPO: La limpieza empieza en casa. Panista de corazón, Tarcisio Rodríguez creció desde las juventudes del partido al lado de Gabriel Jiménez Remus, a quien el presidente Felipe Calderón, por ser una persona que respetaba profundamente y confiaba ciegamente en él, envió como embajador a Cuba. En las juventudes panistas conoció a Calderón, otro joven, aunque mayor que él, que al llegar a la presidencia del partido lo hizo secretario general, después de haber sido un dirigente en Jalisco muy exitoso —ayudó a que Alberto Cárdenas se convirtiera en el primer gobernador azul en la entidad a mediados de los 90. La relación se volvió tan estrecha que Rodríguez bautizó a uno de los hijos de Calderón y Margarita Zavala. Rodríguez terminó el gobierno de Calderón como su secretario particular, a quien recurrió después de haberlo tenido como director general de Caminos y Puentes Federales. Rodríguez, de quien hablan bien por su trato quienes lo conocen, está metido en problemas. Apenas hace unos días, la PGR ejerció acción penal en contra de 13 personas a quienes cuatro meses antes CAPUFE había acusado de posibles actos de corrupción, derivados del cobro de comisiones a empresas por obras nunca realizadas, por montos de 60 a 300 millones de pesos. La investigación comprende un periodo de cinco años, casi todo el tiempo en que duró en el cargo Rodríguez. En la acusación no figura el nombre de ningún director general, pero ya se preparan las autoridades para llamarlo a declarar y pedirle cuentas para lo que hicieron sus brazos sin que se diera cuenta o hiciera algo. Rodríguez es una persona donde el calor en sus pies alcanza a Calderón. No es el único en estar buscando abogados para defenderse, aunque varios ya decidieron hacer lo mismo, por las dudas y por si acaso.
TERCER TIEMPO: Remolinos en aguas profundas. Justo en el día del amor, se difundió que el Órgano Interno de Control de Pemex Exploración y Producción (PEP), inhabilitó a Oceanografía, una de las diez principales proveedoras de la paraestatal, por 21 meses y una multa de 24 millones de pesos por irregularidades en las contrataciones. Una semana antes de ello, el longevo director de PEP, Carlos Morales, había sido removido de su cargo por el director de Pemex, Emilio Lozoya. La razón de la inhabilitación es porque en nueve contratos no cubrió el mínimo requerido de 10% en fianzas, lo que pareció un delito menor dado el tamaño de operaciones de Oceanografía con la paraestatal. Las cosas siguieron con la PGR, que inició una investigación en contra de uno de los accionistas de esa empresa, Martín Díaz, por el presunto delito de lavado de dinero durante la última parte del gobierno de Vicente Fox y el de Felipe Calderón. Díaz está casado con una hermana de Dionisio Pérez Jácome, el secretario de Comunicaciones calderonista que no evitó la quiebra de Mexicana de Aviación, y actualmente embajador ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en París. A Díaz lo investigan también por operar una red de gasolineras en El Bajío que son provistas de combustible robado por un cártel de drogas, lo que mete en un problema adicional a Oceanografía, que aunque fundada en los 60, tuvo un gran despegue en el sexenio de Fox, donde su hijastro Manuel Bribiesca, fue señalado en la Secretaría de la Función Pública de haber realizado gestiones para que le asignaran contratos —en ese periodo obtuvo contratos por 345 millones de dólares. Demasiado ruido hay en este tema. Por presunta corrupción con gasolineras, la esposa del ex secretario de la Función Pública, el hoy senador por Michoacán Salvador Vega Casillas, se metió en un largo problema legal que se apagó durante el calderonismo. Este caso parece una carambola de varias bandas que se extiende por dos sexenios panistas y lastima a dos presidentes que, en las últimas semanas, les ha dado por hablar de más. Como bien podrían decir los españoles, “¡a por ellos!”.
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