Ciudadano cero

Angélica Ortiz Dorantes

Eran las 19:30 del 23 de marzo de 1994, cuando el agente del Ministerio Público Federal informó a Mario Aburto Martínez, que se encontraba detenido porque, al parecer, había causado heridas al licenciado Colosio. Aburto manifestó su voluntad de declarar. No tenía abogado ni persona de su confianza. El Ministerio Público le designó uno. Aburto habló: “…Que el de la voz tenía tiempo de venirse preparando para herir al candidato a la Presidencia de la República, LICENCIADO LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA… así mismo (sic) recuerda que para lograr su cometido adquirió en compra una pistola calibre treinta y ocho especial… manifestando en este acto que su intención directa era herir al candidato ya referido para lograr la atención de la prensa y exponer ante ellos sus ideas pacifistas, … así mismo (sic) recuerda que al disparar al frente del candidato fue empujado por una de las personas que se encontraba en el lugar, logrando efectuar dos disparos con el arma de fuego que portaba…”. En los mismos momentos en que Aburto rendía su primera declaración, Colosio fallecía en el hospital y se determinaba como causa de su muerte la herida que le perforó el cráneo, “resultado de la deflagración de pólvora y prueba de que el arma homicida estaba en inmediata proximidad con su víctima”.

El día del homicidio, Mario Aburto cumplió su jornada normal de trabajo. Ingresó a la empresa a las 5:54 horas y concluyó a las 13:59. A las 10:30, cuando regresaba del comedor para reintegrarse a sus labores, se dirigió en voz alta a un compañero de trabajo y le dijo: “¡Maestro, hoy es el día, hoy seré famoso!”. Días antes, a otras personas, también les dijo “pronto saldré en la televisión”.

Entre los objetos que Aburto tenía en su recámara estaba un baúl de color verde; en él, se encontraba el “Libro de Actas”, un cuaderno con doce páginas escritas de su propia mano. Jesús Zamora Pierce —como asesor del fiscal Montes— fue el primero en leer el manuscrito. Aburto anunciaba que privaría de la vida al candidato del PRI a la presidencia de la República, e incluso decía cuándo y dónde actuaría: cuando el PRI cumpla 65 años en el poder, donde empieza la patria. Consideraba que el PRI había formado un imperio engañando al pueblo y creía su deber salvar a su patria. Se autonombró Caballero Águila e, imaginariamente, rindió protesta para hacer valer la Constitución y las decisiones del pueblo. Zamora preparó un documento —integrado a la investigación— al que denominó “Pensamiento de Aburto”.

La investigación realizada con motivo del homicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta sumó 174 tomos, contiene 68,293 fojas, más 293 anexos. Comparecieron ante el Ministerio Público 1,460 personas y 533 ampliaron sus declaraciones. Se solicitaron 551 informes a diversas autoridades. La Policía Judicial Federal realizó 982 investigaciones y se formularon 326 dictámenes periciales. La conclusión del último fiscal del caso (hoy abogado General de la UNAM) fue la misma que la de Miguel Montes (el primero en ocupar el cargo): Mario Aburto Martínez actuó solo. Nadie le pagó por cometer el crimen. No hubo complot alguno. Con ellos coincidió la gran jurista Olga Islas —quien también encabezó la investigación en su momento—. Únicamente Pablo Chapa Bezanilla —quien dirigió esta y otras averiguaciones, y se valió de brujas como “método de investigación”— encontró “un segundo tirador”. No pudo sostener su dicho en tribunales. Salvo Chapa, todos los fiscales entregaron un informe final de lo que realizaron en su gestión.

A veinte años del homicidio de Colosio, Jesús Zamora Pierce —asesor de los fiscales Montes e Islas— ha publicado recientemente un libro sobre el último magnicidio en México. En su obra, el penalista opina poco y deja el escenario al expediente, en él hablan: los testigos, los peritos, la policía judicial, los cercanos al homicida, quienes dirigieron la investigación y, sobre todo, el actor principal en esta terrible obra: Mario Aburto Martínez. La conducta, las palabras y los estudios de personalidad de Aburto antes del asesinato y durante el proceso, dieron al autor la clave para titular su obra: Ciudadano cero (Amazon, 2014).

“Era un individuo de ésos que se callan por no hacer ruido. Perdedor asiduo de tantas batallas que gana el olvido. Nunca dio el menor motivo de alarma… Nadie imaginó que escondiera un arma… Ciudadano cero, ¿qué razón obscura te hizo salir del agujero?...” Joaquín Sabina. Canción “Ciudadano cero”.

Hoy me despido de ustedes. Ésta es la última entrega de Crimen y Castigo. Mi agradecimiento perenne al valioso y valiente Pablo Hiriart. A mis amigos Bicha y Fernando toda mi admiración. A mis lectores muchas gracias.

angelicaortiz@vomabogadospenalistas.com

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