Lilian Tintori
Los venezolanos vivimos las horas más difíciles de nuestra historia contemporánea. La violencia, la escasez y el ataque a nuestras libertades fundamentales definen estos tiempos.
En febrero de 2014, mi esposo, Leopoldo López, el líder opositor venezolano y coordinador del Partido Voluntad Popular, convocó a una manifestación constitucional, no violenta y democrática, para protestar ante la difícil situación que vivíamos. El gobierno lo acusó de haber hecho “llamados subliminales a la violencia”. Leopoldo se entregó hace 19 meses a una justicia injusta, a lo que Naciones Unidas, Human Rights Watch y Amnistía Internacional han llamado una detención arbitraria y plagada
de vicios.
La realidad es que Leopoldo está preso por sus ideas, por haber confrontado a un gobierno corrupto, ineficiente y represor que viola sistemáticamente los derechos de sus ciudadanos. A la fecha, el Ministerio Público ha sido incapaz de demostrar con pruebas o testigos los cargos de los que se le acusa. Leopoldo está preso por sus palabras. Tras 70 audiencias, 108 testigos, 30 pruebas y 600 horas de juicio, ningún testimonio y ninguna prueba con los que trató de acusar el Ministerio Público a Leopoldo pudo corroborar que es culpable de los cargos que le incriminan.
Hace un par de semanas, la jueza Susana Barreiros pasó al periodo de conclusiones, prescindiendo de testigos y pruebas faltantes del Ministerio Público y de la Defensa. Esperamos veredicto en los próximos días. La semana pasada cuando el veredicto debía ser anunciado, se suspendió la audiencia para proseguir hoy que es cuando deberíamos esperar un veredicto. La sentencia debe ser absolutoria, porque Leopoldo
es inocente.
Aún así, el proceso ha estado plagado de vicios e inconsistencias de principio a fin. La ausencia de independencia judicial es evidente. Antes de la entrega de Leopoldo, Maduro dijo al menos 11 veces en cadena nacional que “le estaba calentando la celda”, el presidente de la Asamblea Nacional (el Congreso) anunció públicamente en su programa semanal de TV que Leopoldo era culpable, y el Ministerio Público emitió mensajes por su cuenta oficial de Twitter durante la última audiencia en los que anunciaba que había logrado probar la culpabilidad de Leopoldo, sin esperar a la juez.
Los cuatro discursos base de la acusación del Ministerio Público no han sido analizados. Parte del material probatorio “desapareció” y fue incorporado fraudulentamente en el juicio. En una de las audiencias, dos adolescentes declararon haber estado bajo la influencia de las drogas y declararon su responsabilidad como autores materiales en la quema de unidades de la policía por la que tratan de inculpar a Leopoldo, los dos testigos nunca han sido procesados. La parte más crítica del juicio es la que se refiere al testimonio de lingüística y unos supuestos mensajes de Twitter y los testigos declararon que Leopoldo López nunca llamó a la violencia y que “los mensajes de López no eran subliminales, son claros, directos y específicos”.
Leopoldo sabía desde el principio que las consecuencias de su entrega serían duras a nivel personal y para nuestra familia. Leopoldo es un líder de calle, que le gusta estar con su gente y escucharlos, así ha formado su liderazgo político. El precio de la libertad ha sido alto, nos persiguen, intimidan, y amenazan. Mis hijos —Leosan de 2 años, y Manuela, de 5— se han quedado colgados de las rejas de la prisión llorando cuando nos quitan la visita arbitrariamente. Manuela le ha preguntado a su padre si morirá en prisión. De 19 meses dentro del penal, Leopoldo ha estado aislado un total de nueve, sujeto a tratos crueles y denigrantes, como lo ha documentado en detalle el Comité contra Tortura de Naciones Unidas.
Esta entrega, que no ha venido sin sacrificio, ha servido para desenmascarar a un régimen que pretendía bajo la fachada de elecciones democráticas, hacer creer al mundo que gobierna democráticamente, mientras reprime impunemente a los venezolanos.
Pensar distinto no es un delito, pero la decadencia del gobierno es tal que persigue a la disidencia. Ejemplo de ello es el encarcelamiento y persecución de lideres de oposición, incluyendo al alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, el alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, y a la diputada, María Corina Machado.
Más allá del caso de un preso político, es el caso de millones de venezolanos sometidos a una situación de crisis humanitaria que amenaza cada día con ponerse más grave y rebasar las fronteras, como hemos visto con el caso de los desplazados colombianos expulsados de Venezuela. Leopoldo dice que el está preso, pero que Venezuela también está presa en sus derechos, en la escasez, largas colas de espera para comida y salud, y el acoso a las libertades.
Venezuela tiene tradición de haber sido emblema de libertades. Cuando muchos países de la región estaban bajo el yugo de dictaduras, Venezuela exportó democracia y recibió con los brazos abiertos a muchos exiliados. Hoy los principios mas básicos de convivencia democrática están amenazados en Venezuela. La comunidad internacional no puede ser neutral ante esta situación de grave erosión de derechos humanos, donde hay un total de 78 presos políticos. La única decisión que esperamos y que puede emanar del juicio de este jueves es la libertad plena para Leopoldo y los estudiantes.
Escribo con toda mi fuerza y amor incondicional a Leopoldo y los venezolanos que aspiramos a un futuro de paz, progreso y bienestar para nuestro país para que se escuche la voz de la libertad al unísono en Latinoamérica.
*Esposa de Leopoldo López y activista por los derechos humanos
Twitter: @liliantintori