Los testigos mudos del caso Narvarte

El caso Narvarte es original en nuestra investigación policial porque se resolvió únicamente con testigos mudos: con métodos estrictamente científicos, infalibles. No contó con testigos humanos, que se contradijeran entre sí y confundiesen a los investigadores.

Por eso es caso cerrado, concluso para sentencia. La labor policial acabó. Ahora toca el turno a los jueces para dar o no valor a los dichos de los acusados, quienes para conseguir condenas menores es entendible que cambien sus confesiones.

De ahí que el primer detenido, Daniel Pacheco, se haya retractado de todas sus confesiones y ampliaciones el pasado 14 de diciembre, al afirmar que declaró bajo el efecto de golpes hasta aceptar haber estado en el departamento del crimen.

Y que fue forzado a incriminar a los otros procesados, Abraham Torres Tranquilino y Omar Martínez, quien fue capturado con lujo de violencia.

Pacheco, Torres Tranquilino y Martínez son los únicos tres procesados por el asesinato de cinco personas en el caso Narvarte:

—Alejandra Negrete Avilés, de 40 años

—Nadia Dominique Vera Pérez, de 32

—Rubén Espinosa, de 31

—Yesenia Quiroz Alfaro, de 18

—Mile Virginia Martin, de 29

Sin embargo, que un acusado no acepte sin más sus crímenes es lógico. Pero es imposible que nieguen los resultados de exámenes científicos practicados con métodos y tecnología de punta del más alto nivel internacional, como en Estados Unidos, Canadá o Alemania.

La PGJDF aplicó en el caso Narvarte el sistema automático de identificación de huellas dactilares, seguimiento real del desplazamiento de los implicados a través de la extensa red de cámaras públicas de la Ciudad de México, geolocalización de sus llamadas de teléfono celular, evidencia forense…

De ahí que las acusaciones se sustenten absolutamente en hechos comprobables científicamente, lo cual suple cualquier confesión o retractación, a pesar de la muy mencionada “ausencia de móvil” o “la falta de claridad”, las cuales no constituyen elementos jurídicos determinantes.

De hecho, que toda la investigación haya partido del hallazgo de una huella es un indicio robusto e inapelable, que combinado con otras áreas forenses, como geolocalización, georreferenciación, video y análisis, da por seguro que las personas detenidas son las que participaron en los hechos.

Las pruebas son abundantes: las huellas de Pacheco en el departamento, los videos que obtuvieron las autoridades, las confesiones de los tres implicados, las fotografías que hallaron en el Facebook de Torres Tranquilino y las llamadas de éste a una de las víctimas desde su celular número 555185-5332.

Más bien, los capitalinos deben sentirse orgullosos de que una investigación policial exhaustiva, profesional y de categoría mundial se haya realizado en su ciudad.

Eso es el caso Narvarte: un éxito de la criminalística de la Ciudad de México.

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