En un par de artículos recientes en el periódico Milenio, Héctor Aguilar Camín se ha preguntado por qué el Papa Francisco dijo en una entrevista concedida en marzo de 2015 que el diablo castiga a México.
En el primer artículo (“El Papa y el castigo teológico de México”, 12/02/06), Aguilar Camín atribuía el empeño del diablo en contra de México a un supuesto castigo divino por la impiedad que motivó la guerra cristera. En el segundo artículo (“Francisco, el Diablo y la Guadalupana”, 15/02/06), Aguilar Camín rectifica, acude al texto completo de la entrevista y aclara que lo que el Papa Francisco dijo es que el diablo castiga a México por su devoción a la Virgen de Guadalupe.
A pesar de ser un especialista en la historia de México, Aguilar Camín, como la inmensa mayoría de los mexicanos, ignora el origen teológico de la opinión expresada por el Papa. La fuente de esta visión escatológica de la historia de México se halla en la obra de Miguel Sánchez, Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, texto fundacional del guadalupanismo mexicano publicado en 1648. En esa obra, Sánchez identifica a la Virgen de Guadalupe con la mujer “vestida de sol y con la luna bajo sus pies” que aparece en Apocalipsis 12. Ahí se cuenta que un dragón intenta devorar al hijo de la mujer pero es vencido por el Arcángel Miguel. Furioso, el dragón decide perseguir para siempre a los descendientes de la mujer.
He aquí la clave profética de la historia de México. Cito a Sánchez:
“No sé cómo darme a entender en aqueste discurso, quédese en cifra y cuando se experimente la envidia que el demonio ha engendrado contra los hijos de esta tierra, se persuadan a lo que yo, aunque no tengo autoridad para ello. Me persuado que como el demonio dragón tan expulso del cielo no puede volver al cielo a inquietar a la ciudad del cielo, ni a sus hijos los ángeles, halla en México (…) una nueva ciudad de Jerusalén, ciudad de paz, bajada del cielo y con su favor conquistada, con hijos y ciudadanos ángeles de todas jerarquías, y como en imágenes de ciudad del cielo y de hijos ángeles, pretende ejecutar sus rigores…”
Aguilar Camín afirma que, según la visión escatológica del Papa Francisco, para que el diablo perdone a México los mexicanos tendríamos que dejar de ser guadalupanos. Pero, según Sánchez, eso es imposible: la Virgen ya está entre nosotros y el diablo sólo será vencido cuando en el juicio final la Jerusalén celestial descienda sobre el Valle de Anáhuac y el bien triunfe para siempre sobre el mal.
Si no conocemos la historia profética de Miguel Sánchez, seremos incapaces de comprender el sentido más profundo del viaje del Papa Francisco —y de todos los Papas anteriores— a México.
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