La excusa genial

El 5 de junio el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue sorprendido por las urnas. De forma inesperada –sobre todo porque las encuestas públicas no apuntaban a este resultado–, la gente votó contra el PRI en Chihuahua, Veracruz, Durango, Quintana Roo, Aguascalientes y Tamaulipas.

Como siempre pasa después de una mala jornada electoral, llegó el tiempo de evaluar los porqués de los resultados y tratar de comprender los diferentes motivos que la gente tuvo para salir a castigar en tantas plazas al partido que gobernaba.

Y, como también siempre sucede, se aprovechó el proceso de análisis para, con pura intuición y ojo de buen cubero, tratar de endosar la derrota a factores externos al PRI y más bien cercanos a la Presidencia de la República.

Es innegable que ha habido un proceso de deterioro de la imagen presidencial y un desencanto generalizado con la democracia, los partidos políticos y con los gobernantes en general.

Pero, de ahí a construir un mito genial sobre la idea de que las derrotas priistas no están asociadas con el enojo de la gente sino con los matrimonios igualitarios propuestos por el Presidente Peña o por la tímida pero importante propuesta de regular la mariguana medicinal, es a todas luces una excusa.

¿Culpa gay? Entre el 19 de abril y el 1 de junio se publicaron 7 encuestas de la elección para la gubernatura de Aguascalientes. En cinco de ellas el PRI estuvo arriba y en las dos restantes fue el PAN; sin embargo, ninguna encuestadora –El Universal, El Financiero o Demotecnia– estimaron que algún candidato estuviese, en el momento del levantamiento, con ventaja clara.

En todas, la diferencia entre primero y segundo lugar no superaba el margen de error de las encuestas y el resultado final con el que Martín Orozco venció a Lorena Martínez fue de menos de 3 puntos porcentuales.

Desde la derrota es muy fácil decir que fue culpa de la iniciativa presidencial que haría universal el derecho al matrimonio y escudarse en que hay encuestas que señalan que la mitad de la población no está en favor del reconocimiento del derecho de todos a casarse. Sin embargo, se pierde de vista que 4 de cada 10 mexicanos sí lo está, que si uno no quiere casarse con alguien de su mismo sexo no debe hacerlo y, además, que la iniciativa presidencial es ampliamente desconocida por la ciudadanía.

Lorena Martínez, desde inicios de su campaña, se manifestó en contra de la propuesta de Peña Nieto. Usarla para matizar su derrota no basta para explicar que su candidatura fue incapaz de despegarse del abanderando del PAN.

Hay sectores conservadores que se oponen a los derechos de todos, sin duda, pero no son lo suficientemente grandes ni influyentes como para voltear un proceso electoral.

La excusa genial es inútil cuando se observa el panorama completo con objetividad, y ella apunta a que ocho entidades optaron por la alternancia, por cambiar de partido en el poder, por rechazar a su gobernante y probar con un abanderado de otros colores.

luciano.pascoe@gmail.com

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