En una sesión extraordinaria de Consejo General del INE se validó la elección del pasado domingo 5 de junio, en la que la ciudadanía se pronunció por elegir a sesenta fórmulas de quienes habrán de gestar la Carta Magna capitalina.
Por primera vez en la historia de la Ciudad de México habrá de conformarse una Asamblea Constituyente plural, diversa e incluyente, de la cual formarán parte cincuenta y nueve ciudadanos postulados por nueve partidos políticos y un ciudadano postulado como candidato independiente, todos ellos electos bajo el principio de representación proporcional, que sumados a los cuarenta ciudadanos designados por los poderes Legislativo y Ejecutivo redactarán las reglas fundamentales para los capitalinos. En la pasada contienda electoral los ciudadanos optaron por las propuestas de los partidos políticos y las individuales de candidatos que dieran respuesta a los retos y los desafíos que se presentan en nuestra metrópoli. Fue así que los electores de la ciudad acudieron una vez más a las urnas y se pronunciaron a través de su voto por la pluralidad de su Asamblea Constituyente.
La votación válida emitida fue de 1 millón 964 mil 61 sufragios. Por primera vez en la historia democrática de la capital más de 176 mil electores decidieron sufragar por candidatos independientes.
Son de reconocerse el compromiso y la entrega de los 21 candidatos independientes que participaron en la contienda. Su participación permite recordar que una Constitución es un arma de los ciudadanos, no un instrumento de poder. Ellos ya forman parte del nuevo capítulo en la biografía política de nuestra capital.
¿Cuáles serán las diferencias entre la Ciudad de México y un estado de la República? Esto es justamente lo que se tendrá que plasmar en la nueva Constitución de la capital, que habrá de redactar la Asamblea Constituyente.
En su redacción se prevé un conjunto de temas que no contempla ninguna Constitución del mundo; la de la Ciudad de México está llamada a ser una norma moderna, incluyente y democrática, y seguramente será referencia para el país y para el mundo, como lo fue hace casi 100 años nuestra Constitución nacional.
Los diputados tienen la responsabilidad de escuchar e incluir los planteamientos de todos los sectores. De ahí deriva la importancia histórica y política de esta elección. La Constitución es, por definición, producto de grandes acuerdos, así como suma de múltiples voluntades y pensamientos.
La democracia es el principio legitimador de la Constitución y la fuente doctrinal de la democracia es la Carta Magna. Como lo dijo Luigi Ferrajoli: “Constitucionalizar democratiza y el establecimiento de los derechos fundamentales en la Carta Magna contribuye a consolidar la democracia”.
La construcción de una Constitución implica convergencias y divergencias, pero su contenido debe ser producto de consensos y reflejar el mandato soberano de los habitantes de la ciudad. Los habitantes de esta capital esperamos una Constitución que siente las bases para el pleno ejercicio de los derechos individuales, sociales y políticos.
El proceso jurídico y político sigue su marcha para que la Asamblea Constituyente como órgano decisorio y deliberativo se instale, como se tiene previsto, el 15 de septiembre próximo.
Inicia un nuevo ciclo en la historia de esta ciudad milenaria. Los sesenta diputados constituyentes elegidos democráticamente —30 hombres y 30 mujeres—, serán las mexicanas y los mexicanos que habrán de trazar un futuro para la entidad federativa sede de los Poderes de la Unión y la capital del país.
Su tarea no es menor. Muy por el contrario, tendrán el privilegio de definir las características especiales de la ciudad, de su gobierno y de los derechos de sus ciudadanos, todo ello a través de un documento supremo que sea referencia para las grandes capitales del mundo.
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