No cabe duda que en política y en la guerra todo, absolutamente todo, se vale. Para prueba, el evento de apoyo a Delfina Gómez del sábado pasado en Tlalnepantla, en el cual la candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México se reunió con maestros mexiquenses pertenecientes a la sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
El episodio podría haber pasado como un acto más de campaña –es por todos conocido que Delfina Gómez es docente de profesión–, salvo por el hecho de que al evento asistieron Rafael Ochoa Guzmán, ex secretario general del SNTE de Elba Esther Gordillo, y Fernando González Sánchez, yerno de la misma Elba Esther y ex subsecretario de Educación Pública en el sexenio pasado.
Estos dos operadores de la ahora presa exlíder magisterial, llamaron a votar por Delfina y le ofrecieron el apoyo de 250 mil electores docentes, con lo cual quedó establecida una camaleónica alianza entre el partido de Andrés Manuel López Obrador y la maestra Gordillo, por más increíble que parezca, dejando muchas aristas de las implicaciones de este pacto.
Por un lado, se trata de una arriesgada apuesta de Elba Esther –literal su all-in, como se diría en el argot– por obtener su libertad y en contra de su entonces aliado en 2012, Enrique Peña, quien luego de asegurar la presidencia de la República, le asestó un duro golpe, mismo que la mantiene desde hace cuatro años en prisión –ahora hospitalaria, pero prisión al fin y al cabo.
Si la otrora intocable líder sindical acierta en su temeraria maniobra y el apoyo de lo que quedan de sus huestes le otorgan la gubernatura mexiquense a la candidata de Morena, se consumaría parte de su venganza política en contra de Peña y su partido, pegándole en donde más le duele. Y no sólo eso, sino que se perfilaría una segunda alianza de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Pero de no resultar suficiente su apoyo, deberá hacerse a la idea de que a sus 72 años, aún le quedarán por venir muchos días más recluida. Por lo pronto, la maestra Gordillo puede olvidarse de sus intentos por salir de prisión antes de que culmine este sexenio.
Respecto a Andrés Manuel y su partido, no cabe duda que el apoyo de la SNTE puede significar el fiel de la balanza para que su candidata se alce con la victoria en el Estado de México y termine con más de noventa años de gobiernos priistas ininterrumpidos. Pero el costo político es altísimo, sobre todo en la carrera presidencial de 2018, pues se trata de un pacto con un personaje impresentable ante la ciudadanía, la viva imagen de la lacerante corrupción de este país, y quien en 2006 operó en su contra y lo privó de convertirse en presidente de México: Elba
Esther Gordillo, ni más ni menos. ¿Con qué cara Andrés Manuel podrá enarbolar el próximo año su recurrente discurso en contra de la corrupción y de la “mafia del poder”, teniendo abiertamente como aliada a Elba Esther?
Por último, el resto de los partidos han hecho mutis a lo largo de estos días, probablemente analizando muy a fondo cómo usar esta alianza en contra de López Obrador y su campaña presidencial, sin darse un tiro en el pie. Porque sin duda, este acercamiento entre Morena y Elba Esther –sobre todo en el caso de que con todo y el SNTE, Delfina no gane la gubernatura– será una dura y costosa crítica en contra de Andrés Manuel que formará parte de las campañas del 2018. Pero con el pequeño detalle de que la crítica provendrá de los mismos partidos que convenientemente también han pactado con La Maestra en diversos momentos y en diversas elecciones.
No deja de sorprender el nivel de la política que se hace en nuestro país. Pero bien dicen por ahí, uno nunca sabe para quién trabaja.
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