“Que la inspiración llegue, no depende de mí.
Lo único que yo puedo hacer es ocuparme
de que me encuentre trabajando.”
Pablo Ruiz Picasso
Como ya se ha comentado en esta columna con anterioridad, el uso decorativo que hace Antonio Rivas Mercado de las baldosas cerámicas, tanto en pisos como en lambrines, es un factor común que enriquece varias de sus obras, ya que estas losetas conjugan las condiciones del “eclecticismo” en tanto representan diseños cuyo origen es de culturas del pasado, permiten una expresión individual con libertad creativa y ofrecen a las obras una imagen cosmopolita y moderna.
El uso recurrente de estos recubrimientos cerámicos de gran colorido y ricos diseños históricos, se debe al ambiente romántico que se vivía en el siglo XIX y que adoptó al eclecticismo como expresión de su arquitectura,
Rivas Mercado vivió varios años en Europa como estudiante, principalmente en la Gran Bretaña, en donde se familiarizó con el uso común de la cerámica en la decoración Victoriana y con la evolución de este rico acabado arquitectónico a partir de la Revolución industrial. En Gran Bretaña se inició la producción masiva de baldosas cerámicas alcanzando sus máximos logros entre 1870 y 1900. Las losetas cerámicas eran utilizadas a nivel doméstico no sólo por su calidad decorativa, sino por la obsesión victoriana con la higiene y la limpieza. Constituían una alternativa económica pero elegante para sustituir los terminados de piedras naturales y mármoles, particularmente para la clase media alta, aunque su uso fue común también en edificios públicos, hospitales, escuelas e iglesias. Recurriendo a diseños históricos, además de a la creación de nuevos modelos, el arte de la cerámica para recubrimientos arquitectónicos se constituyó en una de las más importantes industrias de artes decorativas de la época.
Como parte de su perfil romántico y particularmente interesado en el arte musulmán, Rivas Mercado diseñó para su propia residencia familiar magníficos tapetes cerámicos con diseños geométricos complejos y de múltiples colores, que les daban su identidad a los diversos espacios de la casa. Para la decoración de los frisos de las fachadas escogió un diseño “arabesco”, que se repite en cada panel, con predomino del color azul en dos tonalidades sobre fondo blanco con representaciones metafóricas del infinito a partir de formas vegetales entrelazadas y continuas, resaltando al centro de cada elemento una concha marina. Siendo estas formas además identificadas con el estilo predominante en Europa central a finales del siglo XIX, el Art Nouveau. Sólo en el caso del tímpano del frontón que enmarca el acceso principal se puede observar un “arabesco” en azul con fondo blanco y al centro la hermosa cara de una mujer. El grado de complejidad en la fabricación especializada de las baldosas y la riqueza formal de este acabado cerámico, además de su libertad creativa por su originalidad y belleza, se constituyó en uno de los máximos valores artísticos de la residencia de Rivas Mercado.
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