La música es un país sin penumbras: soles sin laceración lo tiñen todo de una claridad que apabulla; los acordes jadean, florecen y propugnan razones de profunda resonancia. La música: tejido armónico: sinuosidad sonora que define las treguas. “No puedo diferenciar las lágrimas de la música” (Nietzsche). “La mejor prueba de que la música no es de esencia humana es que nunca sugiere la presentación del infierno. Ni siquiera las marchas fúnebres lo logran” (Cioran). La música, estremecimiento de Dios que desemboca en el cuerpo.
El Nuevo Mundo. Folías Criollas (AliaVox, 2016), de Montserrat Figueras-
Tembembe Ensamble Continuo-La Capella Reial de Catalunya-Hesperion XXI-Jordi Savall: álbum que demuestra que la música es un reino sin tinieblas.
Arranca con instrumental anónimo de 1492 en arrobada ejecución de la viola de gamba por Savall; son sabeya, gurumbe y el son de los negritos (tradicional jarocho) en orfeón de cadencia y estribillo retozón (“Gurumbé gurumbé gurumbé gurumbé / que jase nublao y quere llové / que teque maneke chuchu mayambé”); “El cielito lindo” (tradicional huasteca) y “La Bomba”: Dindirindin en invocaciones cadenciosas que invitan al baile; danza cantada y romanesca instrumental donde la viola de gamba de Savall avizora la jota y la “Chacona: a la vida bona” (“A la vida, vidita bona, / vida vámonos a Chacona”).
Prosigue el festín con tradicionales jarochos: “Los chiles verdes” (“Cómpreme chile habanero / qué deleite el paladar; / y si no tine dinero / se lo voy a regalar, / pero pruébelo primero”) y “El balajú jarocho” (“Un dia le pregunté al viento / andando por alta mar / qué es el enamoramiento / y me dijo al resoplar: / cuando te queme el aliento / y también el respirar”); varias seguidillas, tradicional llanero colombiano-venezolano: “El pajarillo”; Jarabe loco: “Ahora si ya están unidos”(“Ahora sí ya están unidos / el nuevo y el viejo mundo / y sólo están divididos / por un viejo mar profundo”);
“Guaracha: Ay que me abraso/ El Arrancazacate” (“¡Ay, que me abraso, ay! / divino dueño, ¡ay! / en la hermosura, ¡ay! / de tus ojuelos, ¡ay!”). Las maracas, el cajón, la marimbola, la vihuela, la jarana, el arpa, los violines en concordia con la viola de gamba: viaje de vuelta en encuentros de los primeros visos de la identidad sonora de América.
América y sus cruzamientos: músicas de ida y vuelta. Savall sabe enclavar lo remoto en la invocación para que recuperemos el olvido. La música tiene el poder de juntar el pasado con la presencia. Si en la película Todas las mañanas del mundo (Alain Corneau, 1991), Jordi Savall prolongaba la alborada: en este fonograma, su viola de gamba enuncia el suspiro de Dios:
el oyente saborea los signos de la recóndita mudanza por los velos de las concordias que dieron al Nuevo Mundo índice sonoro y diapasón.
Grabaciones realizadas en agosto de 2009 en la Abadía de Fonfroide (Francia) y en enero de 2010 en la Iglesia de Franc Waret (Bélgica). / Las pupilas de Jordi Savall vienen de muy lejos: en sus manos, el tiempo es una inquietud que desdeñas obsesiones pasajeras. Escuchar este disco para descubrirnos en las raíces armoniosas que confluyen en el corazón.
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