El Mosh, profesor de la CNTE

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Foto: larazondemexico

Cuando el 20 de abril de 1999 el Consejo General de Huelga (CGH) inició un paro de labores, pocos imaginaron que se entraba en uno de los episodios más oscuros de la historia de la UNAM.

Estudiantes de bachillerato, escuelas y facultades estaban contra el Reglamento General de Pagos que intentaba implementar la administración del rector Francisco Barnés. Las cuotas eran, y son, uno de los temas más álgidos y difíciles de abordar.

En los primeros días, los jóvenes del CGH, acaso por el recuerdo del CEU, contaron con la simpatía de diversos sectores de la sociedad y de algunos grupos políticos.

Pero el descontento pronto fue aprovechado por los grupos más radicales y las voces moderadas terminaron lejos del movimiento y del cierre de las instalaciones.

Alejandro Echeverría, El Mosh se convirtió en el líder estudiantil más relevante.

Con el paso del tiempo resulta evidente que la acción del CGH significó uno de los ataques más graves a la educación pública en nuestro país. Escudados en el discurso de la defensa de derechos, enarbolaron una agenda de privilegios y establecieron un ambiente de violencia.

Durante 10 meses, la principal universidad del país no pudo funcionar de modo normal, arriesgando, además, el futuro de miles de jóvenes y el empleo de profesores e investigadores.

Desmontar el desastre resultó complejo. En noviembre de aquel año renunció el rector Barnés y lo sustituyó el hasta entonces secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente.

Con el paso de los meses, y con el reporte cotidiano de barbaridades atribuidas al CGH, se formó una mayoría en la opinión pública, que veía con preocupación y enojo lo que estaba ocurriendo en Ciudad Universitaria.

El tiempo, sin embargo, jugaba en contra de los universitarios y las discusiones giraban en torno a la pertinencia del financiamiento público. En los extremos, los enemigos de la UNAM trabajan para un mismo propósito.

Las presiones para el gobierno eran grandes. El fantasma del 68 rondaba en las cabezas de quienes tenían que tomar decisiones.

En febrero de 2000, la Policía Federal Preventiva entró en CU y en las instalaciones aledañas. Al mando del almirante Wilfrido Robledo, los 2 mil 260 elementos participaron en un operativo con saldo blanco y con la detención de 632 muchachos, entre ellos El Mosh.

La acción policial estaba respaldada en 432 órdenes de aprehensión por delitos del ámbito federal.

Culminó un proceso triste, en el que muchos de los participantes, de buena fe, tuvieron que sufrir por la irresponsabilidad o el cálculo de los radicales.

El Mosh acaba de ser detenido de nueva cuenta. También por cerrar instalaciones, pero ahora en la Secretaría de Educación de Michoacán. La CNTE le dio una plaza de profesor de primaria.

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