La guitarra se eleva para dialogar con un espectro asomado por una grieta del cielo. ¿La guitarra clama? No: ondula en los suspiros de Dios: ríe en la barriga de la tarde. Requiebro venido de la delicada elegancia de la alborada que se abalanza sobre los centelleos. La muchacha entona cifras yuxtapuestas en la estación: sortea los enjambres, muerde un armónico: se despeña en la rambla de conformes que se abrasan a pesar de las consonancias contrapuestas, cotejadas en las fijezas de trinados sediciosos. La guitarra acordona el corazón de la muchacha que camina descalza en los celestes.
Más Alto (Rai Ensamble Discos, 2017), de la vocalista, compositora y guitarrista Rosalía León (Ciudad de México, 1974): fonograma de diálogos insinuantes: cascada de parlamentos bordados por hilos y voces desde recurrencias de folk en guiños rockeros y armónicos de singular prosodia. Aquí lo melódico se unta de afines incitantes que retan todos los ‘esquemas comunes’. ¿Qué estamos escuchando? ¿Un álbum de música folclórica mexicana o una conjunción en que la guitarra eléctrica le roba consonancia a la acústica y se permea de su hondura?
[caption id="attachment_705222" align="alignleft" width="300"] Más Alto Artista: Rosalía León e invitados Género: Folclor mexicano en fusión con rock Disquera: Rai Ensamble Discos, 2017[/caption]
Ésta es una placa que mucho le debe al guitarrista estadounidense Bill Frisell (Blues Dream, Unspeakable); pero, la deuda se extiende a las rutas del huapango, esbozos de la canción mixteca, ritmos sudamericanos, resonancia de Weather Report, free-jazz, noise, Paco de Lucía, John McLaughlin, Al Di Meola y ciertas procesiones del heavy-metal. / Rosalía de León ha sabido conjugar con imaginería, todas las reverberaciones de lo ‘folclórico’ en una retórica de inspiradora enunciación.
La fundadora del concepto de fusión acústico-eléctrica Gliese 229 convoca a once ejecutantes de guitarra eléctrica (Mike Stern, Sergio Vallín, Javier Bátiz, Raúl Fernández Greñas, Julio Revueltas, Pavel Cal, Edgar Cholo Lozano, César Huesca, Joe Demikeli, Constantino Garín y Oscar Galván), cuatro cantantes (Sole Giménez, Susana Harp, Jorge Villamizar y Kelvis Ochoa) y dos narradores en náhuatl en la búsqueda de un glosario y una perspectiva muy personal de la canción mexicana. Entramos al cosmos de Rosalía León: plaza habitada por alegorías de seductoras acotaciones.
Inicia el CD con “Antes paso por la gloria” (Rosalía León) con Susana Harp y Constantino Garín como invitados: ‘huapango-rock’ en que el efecto delay de la guitarra eléctrica juega con el tempo en la edificación de una atmósfera de atractiva extrañeza. Distorsiones, octavadores, pedales de volumen, overdrive, osciladores y flange, entre otros efectos, se pliegan a los requerimientos de una compositora que se arriesga en la búsqueda de un timbre distintivo. Es en el tema “Más alto” (Rosalía León), con Mike Stern, donde las conjunciones se explayan por rumbos de verdadera elocuencia armónica: la guitarra eléctrica escolta los fraseos de León y los arropa con obstinada dilucidación en abreviada fonología de jazz-rock. / Vale destacar el dueto con el cubano Kelvis Ochoa en “Espectro”, y, asimismo, la perfección melódica-armónica de “Dimensión Astral” con Sole Giménez. / Más Alto: despliegue de una compositora en total dominio de su oficio. Nuevas rutas del cancionero mexicano.