Tendencias audiovisuales

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El crecimiento exponencial y sostenido que han tenido las plataformas para el consumo de contenidos en línea, conocidas como OTT (over the top), como Netflix, Clarovideo y Amazon Prime, por mencionar algunas, es innegable.

De acuerdo con cifras dadas a conocer por un diario de circulación nacional, la semana pasada, basadas a su vez en los datos del regulador de las telecomunicaciones de nuestro país (IFT) y de la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU), los suscriptores de plataformas OTT, al cierre de 2017 sumaban en México alrededor de 7.7 millones; mientras que los usuarios de la televisión de paga alámbrica llegaron a los 9 millones.  Otro rubro de esta ecuación, relativo a los suscriptores de televisión de paga satelital, o DTH, encabezó la tabla, con alrededor de 10.7 millones de suscriptores.

El fenómeno de las OTTs, abordado en diversas ocasiones en este espacio, aparece sin duda alguna, como un evento disruptivo para los mercados tradicionales de consumo de contenidos audiovisuales en México y otros países.  Su escenario más extremo, que ya está sucediendo principalmente en Estados Unidos, se traduce en la sustitución completa de esta modalidad de consumo en línea por el de las redes tradicionales de paga, acción, o más bien, decisión de los consumidores, a la que se ha denominado “cortar el cable”.

Bajo el escenario señalado en el párrafo anterior, ciertos tipos de usuarios deciden cancelar su servicio de televisión de paga para consumir, exclusivamente, los contenidos que les interesan a través de las OTTs. En otras palabras, se elimina el buffet audiovisual que ofrecen las compañías tradicionales por un servicio a la carta en su máxima expresión.

Muchos son los factores, sin embargo, que resultarían necesarios para la configuración mayoritaria del escenario extremo al que nos hemos referido. La decisión de cortar el cable y migrar por completo a una realidad en línea está relacionada, por ejemplo, con los hábitos de los consumidores; la penetración y dispersión real de servicios de banda ancha asequibles para la población, indispensables para soportar con calidad el funcionamiento de las plataformas OTT, así como la amplitud, y oportunidad, de la oferta de contenidos en línea versus los contenidos ofrecidos a través de las plataformas tradicionales.

El último de los factores mencionados, el relativo a la oferta de contenidos a través de las plataformas OTTs, es el más crítico para satisfacer a muchos usuarios.  Lo es, ya que la oferta de contenidos, la o las plataformas en que los mismos se difunden, así como el tiempo o ventana para acceder a los mismos, son condiciones determinadas por los propietarios de los derechos de autor correspondientes.  Es así como los grandes estudios cinematográficos que invierten en producciones multimillonarias durante años han preservado el negocio de la exposición de sus obras en salas de cine, controlando la ventana de exposición por regiones o países, y también por plataformas. Si las grandes producciones cinematográficas pudieran verse simultáneamente en el cine, y en plataformas de paga en casa, tal vez estas salas hubieran empezado a cerrar sus puertas, en lugar de continuar creciendo.

Algo similar, por el momento, está ocurriendo entre las redes tradicionales y las OTTs, al grado de que las últimas han empezado a producir sus propios contenidos exclusivos para tratar de contrarrestar este efecto y adquirir así una base más amplia de suscriptores.  En suma, la repercusión y tendencias que las OTTs están generando son claros; no así, al menos en el mediano plazo, si esto mismo dará lugar a una reconfiguración total del mercado.

*Analista en Telecomunicaciones

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