La necedad de Meade

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Es de agradecer en José Antonio Meade que durante la campaña presidencial, en especial en los tres debates, haya tratado a todos los electores por igual como personas aptas para entender propuestas estructuradas, explicaciones con hechos y datos.

En la campaña, a la que restan 16 días, y en los tres debates (seguidos por 35 millones de personas en TV y 12 millones en las redes sociales), Meade respetó la inteligencia de sus compatriotas, sin distingo: para Meade, todos son capaces de pensar.

Algunos ven esto como un error, porque Meade debería vender respuestas fáciles a los problemas más difíciles, ya que la mayoría de la gente no tiene grandes conocimientos políticos y busca la salvación en promesas falsas.

Pero Meade representa la antípoda del populismo, que da a la gente, con frases sencillas y cortas, lo que de manera inmediata, emocional y simple quiere oír.

En su insistencia de comportarse en todos los escenarios con suficiencia profesional, ajeno a posturas políticas acomodaticias y dicharachos, Meade no cree en que la media de los mexicanos deba ser tratada de modo que no tenga que pensar.

No la ve como la veía, por ejemplo, Porfirio Díaz, quien presumía de conocer al mexicano porque había recorrido muchas veces el país y andado codo a codo con la gente. “Sentándose entre nosotros a compartir como cualquier compañero”, recordaba siempre el subteniente Cejudo.

Pero es el mismo Porfirio Díaz a quien cita Rafael Tovar y de Teresa en De la paz al olvido. Porfirio Díaz y el final de un mundo (Editorial Taurus) en su criterio sobre los mexicanos:

“...los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir a su trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, divertirse sin cesar, casarse muy jóvenes y tener hijos a pasto…”.

En la creencia de que aún existe ese tipo de mexicanos, es que algunos expertos aconsejan a ciertos candidatos utilizar en las campañas frases cortas, mensajes simplones, porque es lo que admiten los millones y millones que ven televisión y lo que prefieren los tuiteros.

Pero es un facilismo insultante a la inteligencia de las personas, tan insultante como el convencimiento de Porfirio Díaz:

“Gastan más dinero de lo que ganan para hacer posadas y fiestas onomásticas. A eso es a lo que tienen miedo los mexicanos: a la miseria, y no a la opresión, no al servilismo, no a la tiranía, a la falta de pan, de casa y vestido, a la dura necesidad de no comer o sacrificar su pereza”.

Meade piensa diferente. Ve a todos los mexicanos como personas que miran muy alto y que piensan…

Claro que piensan.

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