Hemos llegado a ese punto en las campañas en el que todo parece incierto. Las encuestas están ahí y ya no sabe uno a cuál creerle. En los círculos sociales en los que me muevo, la mayoría de las personas rechaza a Morena y sus candidatos; pero las mediciones hechas por los expertos dicen otra cosa. Conspiraciones, declinaciones, asociaciones, acusaciones, traiciones y nervios de punta son el tono previo al último debate.
Mientras tanto, aquí en nuestra ciudad, los jugadores de la Selección Nacional dan muestra fiel y clara de la degradación social que padecemos. Ellos se van de fiesta, bailan desnudos y muy pegaditos en bella y costosa compañía, mientras que los daneses les dan un auténtico baile y los alemanes entrenan y pasan la víspera con sus familias.
En ese mismo entorno, la cumbre del G7 termina en un desastre, producto de los caprichos y las actitudes del adolescente que vive en la Casa Blanca. Y todo desastre en su justa dimensión, también nos enteramos que 30 millones de pesos destinados a los damnificados del terremoto de septiembre fueron utilizados por la delegación Benito Juárez para comprar consumibles para impresoras y llantas para vehículos.
Todo está muy confuso, pero al final estamos obligados a tener la claridad suficiente para no errar el camino entre toda esta neblina. No vaya a ser que perdamos el rumbo y caigamos en el precipicio del populismo. Me preocupa mucho también el destino que la ciudadanía decida tomar para nuestra ciudad. Las personas han sido engañadas con el cuento de que Claudia Sheinbaum representa un cambio, y eso es terrible.
Con esto no quiero inferir, en lo absoluto, que Barrales encarna un futuro brillante y de grandes transformaciones; nada más alejado de eso. Pero el hecho de que lleve a cuestas al PAN pudiera modificar algunas cosas, siempre y cuando no hagan lo mismo que en BJ. Aunque nada más imaginar al Palacio Nacional y al Antiguo Palacio del Ayuntamiento siendo habitados por el social-populismo, me hace pensar en la idea de irme a vivir al monte.
Mirar a las hordas de venezolanos que diariamente cruzan la frontera hacia Brasil me confirma el desastre que pudiera venir. Por ahora, estoy disfrutando del sol de junio, el más brillante y bello del año. Después llegará julio, con sus lluvias que harán florecer la tierra; o tormentas que arrasarán con todo a su paso.
Ya no guardo esperanza alguna en quienes nos han demostrado, una y otra vez, su torpeza y ligereza. En ésos, cuya respuesta a una duda razonable es un fake news, así, en inglés, con afeminada delicadeza, digna de niños consentidos de alguna preparatoria privada de Bosques de las Lomas. Es por eso que me veré obligado a votar por el Frente. Así, tal cual, obligado, orillado; que es muy distinto a estar convencido.
Me gustaría ver en la Jefatura a alguien preparado como Arriola, pero a estas alturas el voto útil es la única alternativa para quienes queremos evitar a toda costa al social-populismo.