Tal como lo preví en mi anterior entrega, el debate por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México fue todo, menos eso. El formato, de lo más rígido, se prestó nada más para una exposición muy breve de ideas y uno que otro intercambio entre los contendientes. Pero ya llevamos casi dos décadas sin una verdadera democracia y los mismos de siempre se han encargado de que todo sea disfuncional.
Lo que nos debe motivar a realizar cambios urgentes al sistema político local es la patética actuación que tuvimos que soportar por parte de Purificación Carpinteyro. Y fue justo eso: una farsa ridícula e insoportable. Las gesticulaciones de la “candidata” venían precedidas de una serie de disparates que salían de su boca. Y los únicos responsables de esta locura son, en primera instancia, el partidito que la postuló, y en segundo plano, el sistema en su conjunto, que alienta y alimenta a esas “expresiones políticas” que no representan a nadie.
A mi juicio, esta vez quien lució mejor fue Alejandra Barrales, porque fue capaz de evidenciar a Claudia Sheinbaum en todas sus contradicciones y por la enorme corrupción que la rodea, empezando por la recaudación ilegal que hacía para López Obrador quien fuera, hasta hace muy poco tiempo, su esposo. La honestidad de la que presumen los de Morena se cae a pedazos todos los días.
Pero el que se desmorona aceleradamente es el PRI y en su declive se lleva consigo a Mikel Arriola. Lástima, un hombre inteligente y honesto, aunque estoy en absoluta y firme oposición a su agenda conservadora. Al final, efectivamente, y como lo advertí, también el presidente del Comité Directivo del tricolor en Coyoacán anunció su adhesión al proyecto social-populista. Y el Partido Verde, de igual forma le volteó bandera.
Ese barco sin capitán, sin rumbo, sin velas y sin botes salvavidas se hunde irremediablemente. Marinos, piratas y roedores abandonan la nave y buscan ser rescatados. Muchos, como Pedro Chino o los verdes, se arrojan a los brazos del lopezobradorismo, en búsqueda de un poco de maíz que les permita seguir haciendo nada.
Es muy probable que el PRI-CDMX obtenga menos de 10 por ciento de la votación; un resultado que presagia un cisma sin precedentes en ese instituto. Hace ya muchos meses que señalé que el grupo actualmente detenta el poder y responsable de este desastre, se refugiaría en Atlacomulco. No serán los únicos, poco a poco se van a ir atrincherando en los pocos bastiones que les queden, como Campeche y otros, que no creo que resistan por mucho tiempo los embates de un populismo gobernante.
Creo que no me equivocaré al advertir que lo mismo que les ocurrió a los priistas de la Ciudad de México, les pasará a los del resto del país. La marca se ha devaluado enormemente y hará falta mucho talento para revivirla. Una solución sería una refundación, aunque tendrían que jubilar o darle las gracias a muchos impresentables, lo que complica las cosas. Pero, bueno, si López Obrador conformó Morena con Bejarano y compañía, todo es posible.