El hartazgo de los cubanos con la política, tras 50 años de democracia, provocó el festejo por la dictadura de Batista en 1952, con la esperanza de que ésta impusiera el orden y eliminara la corrupción. Pero el hartazgo con Batista provocó la llegada de la dictadura castrista en 1959… hasta hoy.
En Venezuela ocurrió lo mismo en 1998: el hartazgo con la clase política provocó el festejo por el gobierno de Hugo Chávez, con la esperanza de que impusiera orden en el país y eliminara la corrupción. La muerte de Chávez provocó la llegada de Maduro en 2013… hasta hoy.
Y es justo ése el problema con las dictaduras que, aunque sean indeseables, si la primera falla… pueden seguir peores. Por ejemplo, cuando Chávez murió, ya había sometido a las empresas públicas y privadas, la justicia, la prensa, el poder electoral y al Ejército.
Pero, apenas la semana pasada, Maduro todavía continuó ordeñando la vaca en huesos que es Venezuela: ocupó ocho mercados municipales e inició la toma de otros 21 en todo el país, al acusarlos de especulación, acaparamiento de productos y aumento de precios.
Después de casi dos décadas de Socialismo del Siglo 21 en Venezuela, parecería que en el otrora país potencialmente más rico del mundo (con las reservas petroleras más grandes del planeta) ya no habría nada qué quitarle a la gente.
Sin embargo, Maduro acaba de dar carta abierta a sus seguidores para que el gobierno se apodere de las cuatro mil empresas privadas que quedan en el país, a través de lo que llama Consejos Productivos de Trabajadores, que buscan entregar “al pueblo” el dominio de la actividad comercial.
Al triunfo democrático de la revolución populista en Venezuela, existían 12 mil 700 industrias privadas. Hoy, las pocas que sobreviven están siendo expropiadas de facto por los trabajadores del Estado, que con el populismo crecieron de 800 mil a tres millones y fueron convertidos en carne de cañón.
Igual sucede con los medios de comunicación: el populismo odia a la prensa. A la expropiación de ésta, Chávez la bautizó como “democratización de los medios”. En 1998, había en Venezuela 89 periódicos, 25 televisoras y 23 revistas independientes. Hoy, todos están en manos del Estado, excepto tres.
Sin embargo, los ciudadanos de Latinoamérica quieren esto. El informe 2016-17 de AmericasBarometer indica que más de la mitad cree que la democracia no funciona, que política es sinónimo de corrupción y aprueba que el Ejecutivo disuelva el Congreso y gobierne sin controles.
El favorito para ganar la presidencia de Brasil en octubre es el populista Jair Bolsonaro, homofóbico y partidario de un gobierno autoritario.
Pues, a quien por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria.